jueves, 16 de octubre de 2008

TERESA DE AVILA. SANTA TERESA DE JESUS


Nada te turbe,

nada te espante;todo se pasa,

Dios no se muda;la paciencia todo lo alcanza.

Quien a Dios tiene nada le falta.

Sólo Dios basta.

Ayer, 15 de Octubre, se celebró el aniversario del fallecimiento de Teresa de Avila, Santa Teresa, de la que soy profundo admirador, a la que he destinado mucho tiempo para conocer sus escritos, su vida, a la vez que intento incorporar a mi vida sus enseñanzas.
La obra de Santa Teresa de Jesús refleja, simultánea o consecutivamente, las vivencias de un misticismo ardiente, como el que recorre el Castillo interior o las Moradas, y la dura actividad cotidiana que muestra el Libro de la vida; los éxtasis o arrobamientos del Camino de perfección o los Conceptos del amor de Dios, y la concreción de los asuntos mundanos del Libro de las constituciones, que también se trasluce en el cerrado organigrama de los nuevos conventos, recogido en el Libro de las fundaciones.
Su vida marcó una época, porque, en un mundo dominado por los hombres, defendió el derecho de la mujeres a desarrollar su propia personalidad; de ese empeño convenció a sus mejores contemporáneos: fray Luis de León, San Juan de la Cruz, San Francisco de Borja, fray Juan de Ávila, el padre y profesor Domingo Báñez, el inquisidor Quiroga..., incluso a Felipe II. Y a pesar de los desprecios e insultos, viajó por toda España con idéntico espíritu que al principio y renovada ilusión.

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