miércoles, 29 de agosto de 2012

DORMIR CUANDO EL VIENTO SOPLA




Años atrás, un granjero poseía una granja en la costa atlántica de Estados Unidos.  Tenía tiempo tratando de conseguir empleados pero la mayoría de las personas tenían muchas reservas de trabajar en granjas en esa área, pues temían las tormentas que vienen del Atlántico causando destrucción sobre las propiedades y las cosechas.
Aunque el granjero había entrevistado a muchos jornaleros, aún no había encontrado a alguien interesado en ayudarle a cuidar la granja.
Finalmente, un hombre chaparrito y delgado, ya pasado los cuarenta, decidió aceptar el trabajo. El granjero le preguntó, "¿Tienes experiencia trabajando en granjas?”  “Bueno, respondió el hombre, puedo dormir cuando el viento sopla”.
Aunque el granjero no entendió lo que quiso decir y se sorprendió con  la respuesta, de todas formas decidió darle el trabajo ya que realmente necesitaba ayuda. El  hombre trabajaba bien, era muy diligente y no paraba desde la salida hasta la puesta del sol, así que el granjero estaba muy  satisfecho su trabajo.
Un día el viento comenzó a soplar fuertemente y su intensidad creció, haciendo mucho ruido cuando batía contra los árboles.  El granjero saltó de la cama, agarró su linterna y se apresuró hacia donde dormía su nuevo empleado. El granjero lo despertó gritando, “¡Levántate! ¡Viene una tormenta! ¡Ata las cosas antes que salgan volando!”
El pequeño hombre se dio vuelta en su cama, y exclamó con firmeza, “No señor. Yo le dije que yo podía dormir cuando el viento sopla.”
Indignado por su forma de responder, el granjero tuvo la tentación de despedirle de inmediato, pero tenía mucho que hacer y optó por salir rápidamente y comenzar a preparar la granja  para la tormenta.  Sorprendido descubrió que todas las pilas de paja estaban ya cubiertas con carpas. Las vacas estaban en los graneros, las gallinas en sus gallineros, y las puertas estaban bien aseguradas con varas.  Las ventanas estaban cerradas.  Todo estaba en orden, asegurado, y atado. ¡Nada iba a volar con el viento!
El granjero por fin entendió lo que quiso decir su empleado, y volvió a su cama para dormir tranquilo mientras soplaba el viento.

Cuando estás preparado espiritual, mental y físicamente, no hay nada qué temer.

martes, 28 de agosto de 2012

Los iconos

Los iconos ayudan a que la oración sea bella. Son como ventanas que se abren hacia las realidades del Reino de Dios y las hacen presentes en nuestra oración aquí en la tierra. Son una llamada a nuestra propia transfiguración.
Siendo imagen, el icono no es solamente pura ilustración o decoración. El icono es el símbolo de la encarnación, es presencia que ofrece a los ojos el mensaje espiritual que la Palabra dirige a los oídos.

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El fundamente de los iconos es, según san Juan Damasceno (siglo VIII), la venida de Cristo a la tierra. La salvación está unida a la encarnación del verbo divino y en consencuencia a la materia. «En otros tiempos, Dios, el incorporal y el invisible, nunca era representado. Pero ahora que Dios se ha manifestado en la carne y ha habitado entre los hombres, represento lo visible de Dios. No adoro la materia, sino adoro al creador de la materia, que se ha vuelto materia por mi causa, que ha querido habitar la materia y que, por la materia, ha logrado mi salvación».
Por la fe que expresa, por su belleza y por su profundidad, el icono puede abrir un espacio de paz y sostener una espera. Invita a acoger el misterio de la salvación incluso en la carne y hasta en la creación.

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Ícono de la Virgen María en la iglesia de la Reconciliación de Taizé.
"Este ícono ha sido bendecido por el Metropólita Nikodim, de Leningrado, durante su visita a Taizé en 1962".

viernes, 24 de agosto de 2012

PARA MEDITAR


EL VALOR DEL SILENCIO




Tres veces al día, todo se detiene de Taizé: el trabajo, los estudios bíblicos, los intercambios. Las campanas llaman para la oración en la iglesia. Centenas, a veces miles de jóvenes de países muy diversos de todo el mundo, rezan y cantan con los hermanos de la Comunidad. La Biblia se lee en varias lenguas. En medio de cada oración común, el largo tiempo de silencio es un momento único de encuentro con Dios.
Silencio y oración

Si nos dejamos guiar por el libro más antiguo de oración, los Salmos bíblicos, encontraremos en ellos dos formas principales de la oración. Por un lado, la lamentación y la llamada de auxilio, y por otra el agradecimiento y la alabanza. De un modo más escondido, existe un tercer tipo de oración, sin súplica ni alabanza explícita. El Salmo 131, por ejemplo, no es más que calma y confianza: «Mantengo mi alma en paz y en silencio… Pon tu esperanza en el Señor, ahora y por siempre.»

A veces la oración calla, pues una comunión apacible con Dios puede prescindir de palabras. «Acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre.» Como un niño privado de su madre que ha dejado de llorar, así puede ser «mi alma en mí» en presencia de Dios. La oración entonces no necesita palabras, quizás ni reflexiones.

¿Cómo llegar al silencio interior? A veces permanecemos en silencio, pero en nuestro interior discutimos fuertemente, confrontándonos con nuestros interlocutores imaginario o luchando con nosotros mismos. Mantener nuestra alma en paz supone una cierta sencillez: «No pretendo grandezas que superan mi capacidad.» Hacer silencio es reconocer que mis preocupaciones no pueden mucho. Hacer silencio es dejar a Dios lo que está fuera de mi alcance y de mis capacidades. Un momento de silencio, incluso muy breve, es como un descanso sabático, una santa parada, una tregua respecto a las preocupaciones.

La agitación de nuestros pensamientos se puede comparar a la tempestad que sacudió la barca de los discípulos en el mar de Galilea cuando Jesús dormía. También a nosotros nos ocurre estar perdidos, angustiados, incapaces de apaciguarnos a nosotros mismos. Pero también Cristo es capaz de venir en nuestra ayuda. Así como amenazó el viento y el mar y «sobrevino una gran calma», él puede también calmar nuestro corazón cuando éste se encuentra agitado por el miedo y las preocupaciones (Marcos 4).

Al hacer silencio, ponemos nuestra esperanza en Dios. Un salmo sugiere que el silencio es también una forma de alabanza. Leemos habitualmente el primer versículo del salmo 65: «Oh Dios, tú mereces un himno». Esta traducción sigue la versión griega, pero el hebreo lee en la mayor parte de las Biblias: «Para ti, oh Dios, el silencio es alabanza.» Cuando cesan las palabras y los pensamientos, Dios es alabado en el asombro silencioso y la admiración.
La Palabra de Dios: trueno y silencio

En el Sinaí, Dios habla a Moisés y a los israelitas. Truenos, relámpagos y un sonido te trompeta cada vez más fuerte precedía y acompañaba la Palabra de Dios(Éxodo 19). Siglos más tarde, el profeta Elías regresa a la misma montaña de Dios. Allí vuelve a vivir la experiencia de sus ancestros: huracán, terremoto y fuego, y se encuentra listo para escuchar a Dios en el trueno. Pero el Señor no se encuentra en los fenómenos tradicionales de su poder. Cuando cesa el ruido, Elías oye «un susurro silencioso», y es entonces cuando Dios le habla. (1 Reyes 19).

¿Habla Dios con voz fuerte o en un soplo de silencio? ¿Tomaremos como modelo al pueblo reunido al pie del Sinaí? Probablemente sea una falsa alternativa. Los fenómenos terribles que acompañan la entrega de los diez mandamientos subrayan su importancia. Guardar los mandamientos o rechazarlos es una cuestión de vida o muerte. Quien ve a un niño correr hacia un coche que está pasando tiene razón de gritar lo fuerte que pueda. En situaciones análogas, han habido profetas que han anunciado la palabra de Dios de modo que resuene fuertemente a nuestros oídos.

Palabras que se dicen con voz fuerte se hacen oír, impresionan. Pero sabemos bien que éstas no tocan casi los corazones. En lugar de una acogida, éstas encuentran resistencia. La experiencia de Elías muestras que Dios no quiere impresionarnos, sino ser comprendido y acogido. Dios ha escogido «una voz de fino silencio» para hablar. Es una paradoja:
Dios es silencioso, y sin embargo habla

Cuando la palabra de Dios se hace «voz de fino silencio», es más eficaz que nunca para cambiar nuestros corazones. El huracán del monte Sinaí resquebrajaba las rocas, pero la palabra silenciosa de Dios es capaz de romper los corazones de piedra. Para el propio Elías, el súbito silencio era probablemente más temible que el huracán y el trueno. Las manifestaciones poderosas de Dios le eran, en cierto sentido, familiares. Es el silencio de Dios lo que le desconcierta, pues resulta tan diferente a todo loque Elías conocía hasta entonces.

El silencio nos prepara a un nuevo encuentro con Dios. En el silencio, la palabra de Dios puede alcanzar los rincones más ocultos de nuestro corazón. En el silencio, la palabra de Dios es «más cortante que una espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y del espíritu.» (Hébreos 4,12). Al hacer silencio, dejamos de escondernos ante Dioss, y la luz de Cristo puede alcanzar y curar y transformar icluso aquello de lo que tenemos vergüenza.
Silencio y amor

Cristo dice: «Éste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado» (Juan 15,12). Tenemos necesidad de silencio para acoger estas palabras y ponerlas en práctica. Cuando estamos agitados einquietos, tenemos tantos argumentos y razones para no perdonar y no amar demasiado y con facilidad. Pero cuando mantenemos «nuestra alma en paz y en silencio», estas razones se desvanecen. Quizás evitamos a veces el silencio, prefiriendo en vez cualquier ruido, cualquier palabra o distracción, porque la paz interior es un asunto arriesgado: nos hace vacíos y pobres, disuelve la amargura y las rebeliones, y nos conduce al don de nosotros mismos. Silenciosos y pobres, nuestros corazones son conquistados por el Espíritu Santo, llenos de un amor incondicional. De manera humilde pero cierta, el silencio conduce a amar.

Comunidad de Taizé

jueves, 23 de agosto de 2012

AGUANTA UN POCO MAS





Se cuenta que en Inglaterra había una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Al entrar en una de ellas se quedaron prendados de una hermosa tacita. ¿Me permite ver esa taza? preguntó la señora, ¡nunca he visto nada tan fino!
En las manos de la señora, la taza comenzó a contar su historia:
Usted debe saber que yo no siempre he sido la taza que usted está sosteniendo.
Hace  mucho tiempo era solo un poco de barro. Pero un artesano me tomó entre sus manos y me fue dando forma. Llegó el momento en que me desesperé y le grité:
“¡Por favor, ya déjeme en paz!”  Pero él sólo me sonrió y me dijo: “aguanta un poco más, todavía no es tiempo”. Después me puso en un horno. ¡Nunca había sentido tanto calor! Toqué a la puerta del horno y a través de la ventanilla pude leer sus labios que me decían: “aguanta un poco más, todavía no es tiempo”.
Cuando al fin abrió la puerta, mi artesano me puso en un estante. Pero, apenas me había refrescado, me comenzó a raspar, a lijar. No sé cómo no acabó conmigo. Me daba vueltas, me miraba de arriba a abajo.  Por último me aplicó meticulosamente varias pinturas. Sentía que me ahogaba.  “Por favor déjame en paz”, le gritaba a mi artesano; pero él solo me decía: “aguanta un poco más, todavía no es tiempo”.
Al fin, cuando pensé que había terminado aquello, me metió en otro horno, mucho más caliente que el primero. Ahora si pensé que terminaba con mi vida.  Le rogué y le imploré a mi artesano que me respetara, que me sacara, que si se había vuelto loco. Grité, lloré; pero mi artesano sólo me decía: “aguanta un poco más, todavía no es tiempo”.
Me pregunté entonces si había esperanza.  Si lograría sobrevivir a aquellos tratos y abandonos. Pero por alguna razón aguanté todo aquello. Fue entonces que se abrió la puerta y mi artesano me tomó cariñosamente y me llevó a un lugar muy diferente.
Era precioso. Allí todas las tazas eran maravillosas,  verdaderas obras de arte, resplandecían como solo ocurre en los sueños.  No pasó mucho tiempo cuando descubrí que estaba en una fina tienda y ante mi había un espejo. Una de esas maravillas era yo. ¡No podía creerlo! ¡Esa no podía ser yo!
Mi artesano entonces me dijo: “yo sé que sufriste al ser moldeada por mis manos, mira tu hermosa figura. Sé que pasaste terribles calores, pero ahora observa tu sólida consistencia, sé que sufriste con las raspadas y pulidas, pero mira ahora la finura de tu presencia.  Y la pintura te provocaba nauseas, pero contempla ahora tu hermosura. Y, ¿si te hubiera dejado como estabas?  ¡Ahora eres una obra terminada! ¡Lo que imaginé cuando te comencé a formar! “

Tú eres una tacita en las manos del mejor alfarero.  Confíate en sus amorosas manos aunque muchas veces no comprendas por qué permite tu sufrimiento.

miércoles, 8 de agosto de 2012

DIOS HABLA CON LAS PERSONAS





¿Dios habla aún con las personas?
Un joven de vida espiritual fue a una reunión de estudio de la Biblia en la residencia de un matrimonio amigo.  Era noche de jueves.  El matrimonio dividió el estudio entre oír a Dios y obedecer la palabra del Señor.
El joven no podía dejar de querer saber si "Dios aun habla con las personas".
Después del estudio, el salió para tomar un café con los amigos que estaban en la reunión familiar, y discutían un poco más sobre el mensaje de esa noche.  De formas diversas ellos hablaban cómo Dios había conducido sus vidas de maneras tan diferentes.
Eran aproximadamente las 10 de la noche cuando el joven se despidió de sus amigos y comenzó a dirigirse a su casa. Sentado en su automóvil, comenzó a pedir:
- Dios, si aún hablas con las personas, habla conmigo. Yo te escuchare. Haré todo para obedecerte"
Mientras conducía por la avenida principal de la ciudad, tuvo un pensamiento muy extraño, como si una voz hablase dentro de su cabeza: "Para y compra un litro de leche".
El movió su cabeza y dijo en alto: "Dios, ¿eres tú, Señor?"

No obtuvo respuesta y continuó dirigiéndose para su casa.
Sin embargo, nuevamente, surgió el pensamiento: "Compra un litro de leche".  El joven pensó en el pasaje de la Biblia que habla de Samuel y cómo él no reconoció la voz de Dios, y cómo Dios habló con Samuel.
- !Muy bien, Dios!
En caso de ser el Señor, voy a comprar la leche. Esto no parece ser una prueba de obediencia muy difícil.  Total, uno podrá también usar la leche
Así que paró, compró la leche y reinició su camino a casa. Cuando pasaba por la séptima avenida, nuevamente sintió un pedido: “Gira en aquella calle".
Esto es una locura, pensó y pasó de largo el retorno. Nuevamente sintió que debería haber girado en la séptima avenida. En el siguiente retorno, el giró y se dirigió por la séptima avenida. Medio bromeando, dijo en voz alta:
- Muy bien, Dios. Lo haré.
Siguió avanzando por algunas cuadras cuando de repente sintió que debía parar. Se detuvo y miró a su alrededor. 
Era un área mixta comercial y residencial. No era la mejor área, más también no era la peor de la vecindad. Los establecimientos estaban cerrados y la mayoría de las casas estaban a oscuras, como si las personas ya se hubiesen ido a dormir, excepto una del otro lado de la calle y que estaba cerca.
Nuevamente, sintió algo, "Ve y dale la leche a las personas que están en aquella casa del otro lado de la calle". El joven miró la casa. Comenzó a abrir la puerta del coche, pero se volvió a sentar.
- ¡Señor, esto es una locura! ¿Cómo puedo ir a una casa extraña en medio de la noche?".
Una vez más, sintió que debería ir a dar la leche. Finalmente, abrió la puerta,
- Muy bien, Dios, si eres el Señor, iré y entregaré la leche a aquellas personas. Si el Señor quiere que yo parezca un loco, muy bien. Yo quiero ser obediente. Pienso que esto va a contar para algo; sin embargo, si ellos no responden inmediatamente, me iré en el mismo acto.
Atravesó la calle y toco la campanilla. Pudo oír un barullo viniendo desde dentro, parecido al llanto de una criatura. La voz de un hombre sonó alto:
- ¿Quién está ahí? ¿Qué quiere?
La puerta se abrió antes que el joven pudiese huir.  De pie, estaba un hombre vestido de jeans y camiseta. Tenía un olor extraño y no parecía feliz de ver a un desconocido de pie en su solera.
- ¿Qué pasa?
El joven le entrego la botella de leche.
- Compré esto para ustedes.
El hombre tomó la leche y corrió adentro hablando alto. Después, una mujer pasó por el corredor cargando la leche en dirección a la cocina. El hombre la seguía, sosteniendo en brazos una criatura que lloraba. Lagrimas corrían por el rostro del hombre y luego comenzó a hablar, medio sollozando:
- Nosotros oramos. Tenemos muchas cuentas que pagar este mes y nuestro dinero se había acabado. No teníamos más leche para nuestro bebe.
Apenas ore le pedí a Dios que me mostrase una manera de conseguir leche. Su esposa grito desde la cocina:
- Pedí a Dios que me mandara un ángel con un poco...  ¿Ud. es un ángel?
El joven tomó su cartera y sacó todo el dinero que había en ella y lo colocó en las manos del hombre. Se dio media vuelta y se fue a su vehículo, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.  El experimentó que Dios, todavía responde los pedidos de los justos.

martes, 7 de agosto de 2012

NUEVO LIBRO "SENTIDO DE LA VIDA ANTE LAS CRISIS"


Recientemente se ha publicado un libro que he tenido el honor de dirigir, titulado "Sentido de la vida ante las crisis". Este libro recoge las ponencias y dos de las comunicaciones del II Congreso de Antropología, Psicología y Espiritualidad, celebrado en la Universidad de la Mística de Ávila en septiembre de 2011. En el mismo, se aborda el tema de las crisis desde diferentes puntos de vista, con ideas para comprenderlas, superarlas, reflexionar sobre ellas, profundizar en ellas,etc.

Os dejo una parte de su introducción: 

Hemos considerado relevante tratar esta cuestión, por un lado, por encontrarnos en una situación de crisis mundial, ante la que todos necesitamos hallar respuestas y algún sentido y, por otro, porque las crisis son inseparables de la existencia humana. En cualquier momento de nuestras vidas puede ocurrir algo que nos produzca una crisis y necesitemos encontrar algún sentido a nuestras vidas, a pesar de la dura prueba que nos toque vivir. En estas situaciones, el que la vida tenga algún sentido es relevante, para poder soportar mejor cualquier adversidad. No es lo mismo no hallar dicho y que, en mitad del sinsentido se sufra una situación de crisis, que tener alguna brújula interior con la que orientarnos y tenerla como guía en mitad de la tormenta, para saber qué rumbo es mejor seguir.
Las crisis, por su parte, también pueden tener algún sentido por sí misma, pues es posible que se conviertan en oportunidades para nosotros, llevándonos a una auténtica transformación, a un cambio de rumbo, o simplemente,  nos sirvan para aprender algo nuevo.
La crisis económica mundial actual, puede ser la consecuencia de una forma de vivir, alejada de los valores humanos, de la ética, de la espiritualidad. Y quizás, atravesarla, pueda hacernos replantearnos nuestra manera de vivir y ofrecernos la oportunidad de empezar a vivir de otra manera o, al menos, a pensar que las cosas materiales no son las únicas que pueden aportarnos algún tipo de satisfacción. Pues si estamos muy apegados a lo que tenemos, a la materia, sufriremos mucho más ante la crisis económica, pero si somos capaces de tener en cuenta otras dimensiones de la realidad, el perder algo, pese a lo doloroso que sea, puede verse como una situación en la que podernos fortalecer y dejar que nuestra vida tome un nuevo rumbo, encontrando nuevos valores o incluso, el eje central de nuestra existencia.

ÍNDICE DEL LIBRO:

- "He aprendido a amar la vida desde que sé para qué vivo". Edith Stein: paradigma de búsqueda del sentido de la vida. Francisco Javier Sancho Fermín
- ¿Tiene sentido la vida ante la enfermedad y la muerte? Maribel Rodríguez
- Inteligencia Emocional, optimismo y crisis existenciales. Joaquín García Alandete
- Paradojas existenciales: El vacío, fuente de sentido.J. Francisco Gallego Pérez
- Crisis como emergencia del sentido. Enrique Galán Santamaría.
- La experiencia de la "noche oscura", crisis radical y oculta fuente de sentido. Juan Martín Velasco
- El sentido de la Vida en las Crisis. Werner J. Meinhold
- Jerarquía Evolutiva. Del problema al Sentido de la Vida, pasando por el conflicto y la crisis. Raquel Torrent Guerrero
- La humildad óntica en la crisis y reubicación del sentido. Natàlia Plá
- Creatividad y trascendencia ante las crisis. José Antonio Delgado González