miércoles, 31 de octubre de 2012

EL GRILLO Y EL PUMA






Un día un grillo y un puma se encontraron en el bosque. Como ambos eran reyes, empezaron a discutir sobre cuál de los dos vencería, si entre ellos surgiera una guerra.
- Tú puedes ser el rey de los animales de cuatro patas – decía el grillo- pero yo soy el rey de los insectos.

El puma rugió en tono burlón:
- Tengo pena de ti, señor grillo, eres un rey tan chiquito que con un solo zarpazo podría hacerte desaparecer.

El grillo quedó resentido por tan mal trato. Se trepó a la oreja del puma y murmuró:
- Si crees que eres tan fuerte, trae mañana tu ejército para enfrentarse con el mío. Verás que vamos a ganar. El puma no pudo contener la risa frente a tan insulso desafío. Para que el grillo aprendiera se sacudió tan fuertemente que el grillo cayó al suelo.

Al día siguiente llegaron todos los animales del ejército del puma: osos, perros, jaguares, llamas, vicuñas, toros, ovejas, todos los animales del país.

Al poco rato el grillo apareció solo.
- ¿Dónde está tu ejército?, rugió el puma.

- Da la señal para que empiece la batalla y ya te darás cuenta, chirrió el grillo.

Se dio la señal y desde los árboles descendieron inmensas nubes de insectos, tan espesa que cortaron la luz del sol. Miles de abejas, avispas, hormigas y otros insectos se pegaron el cuerpo de cada animal, hundiendo sus aguijones en las lenguas, los ojos, los pellejos. Tan terrible fue el ataque, que ni siquiera el puma pudo librarse del furor del ejército del grillo.
Si un animal se tragaba un insecto, aparecían mil para reemplazarlo.

La batalla terminó pronto, y el puma y su ejército se rindieron, completamente derrotados corrieron al río para lavarse las heridas. Así es la vida. Siempre que las criaturas pequeñas y débiles se reúnen, pueden derrotar a cualquier fuerza sobre la tierra.

martes, 30 de octubre de 2012

Contemplar el Evangelio de hoy


Día litúrgico: Martes XXX del tiempo Ordinario
Texto del Evangelio (Lc 13,18-21): En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».
Comentario: Rev. D. Lucas Francisco MATEO Seco (Pamplona, Navarra, España)
¿A qué es semejante el Reino de Dios?
Hoy, los textos de la liturgia, mediante dos parábolas, ponen ante nuestros ojos una de las características propias del Reino de Dios: es algo que crece lentamente —como un grano de mostaza— pero que llega a hacerse grande hasta el punto de ofrecer cobijo a las aves del cielo. Así lo manifestaba Tertuliano: «¡Somos de ayer y lo llenamos todo!». Con esta parábola, Nuestro Señor exhorta a la paciencia, a la fortaleza y a la esperanza. Estas virtudes son particularmente necesarias a quienes se dedican a la propagación del Reino de Dios. Es necesario saber esperar a que la semilla sembrada, con la gracia de Dios y con la cooperación humana, vaya creciendo, ahondando sus raíces en la buena tierra y elevándose poco a poco hasta convertirse en árbol. Hace falta, en primer lugar, tener fe en la virtualidad —fecundidad— contenida en la semilla del Reino de Dios. Esa semilla es la Palabra; es también la Eucaristía, que se siembra en nosotros mediante la comunión. Nuestro Señor Jesucristo se comparó a sí mismo con el «grano de trigo [que cuando] cae en tierra y muere (...) da mucho fruto» (Jn 12,24).

El Reino de Dios, prosigue Nuestro Señor, es semejante «a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo» (Lc 13,21). También aquí se habla de la capacidad que tiene la levadura de hacer fermentar toda la masa. Así sucede con “el resto de Israel” de que se habla en el Antiguo Testamento: el “resto” habrá de salvar y fermentar a todo el pueblo. Siguiendo con la parábola, sólo es necesario que el fermento esté dentro de la masa, que llegue al pueblo, que sea como la sal capaz de preservar de la corrupción y de dar buen sabor a todo el alimento (cf. Mt 5,13). También es necesario dar tiempo para que la levadura realice su labor.


Parábolas que animan a la paciencia y la segura esperanza; parábolas que se refieren al Reino de Dios y a la Iglesia, y que se aplican también al crecimiento de este mismo Reino en cada uno de nosotros.

lunes, 29 de octubre de 2012

EL DESENGAÑO ES POSITIVO


Conversación con BASILI GIRBAU ermitaño de Montserrat.

Una hora escasa de camino separa la ermita de Santa Creu del Monasterio de Montserrat, que podemos ver claramente a nuestros pies, igual que distinguimos los puntitos de color que son los escaladores ascendiendo por la pared de la montaña. Abajo, muy lejos, el mundo, sus brillos y sus sombras. La ermita es una de tantas cuevas que horadan suavemente la montaña sagrada. Está cerrada con una cristalera, habilitando un reducido espacio que contiene una cama, una mesa, dos sillas, un hornillo de gas, una estantería con libros, una cruz, un par de retratos de Ramana Maharshi (Sabio hindú de este siglo) y un altar. Suficiente para el padre Basili, "El ermitaño de Montserrat", que lleva quince años viviendo como Blanquerna, levantándose al alba, rezando y meditando, después de haber recorrido medio mundo como Ramon Llull. El padre Basil, de 66 años, luenga y poblada barba, un erudito conocedor de lenguas tan dispares como el árabe, el alemán o el hebreo, es en la actualidad el único habitante de las doce ermitas que hay en Montserrat.




- A fines del siglo XX, en una sociedad volcada al consumismo, ¿es posible vivir ascéticamente, como un ermitaño?


- Para el hombre que quiere hacerlo todo es posible con la ayuda de Dios. Existe una gracia, un no sé qué, un amor, que me da fuerzas para ir descubriendo que se puede vivir feliz sin tener que satisfacer tantas necesidades. Hay mucha gente que cree que si no tiene esto o lo de más allá no puede ser feliz. Y entonces, cuando quizás lo consigue tras muchos esfuerzos llega la pregunta: "¿Y ahora qué?¿Más cosas?".



- ¿Y usted se ha contestado esta pregunta?


- Vivir. No se trata de filosofar ni de hacer un discurso, Estás aquí ¿Qué más quieres? Respiras. Tu corazón palpita. ¿Qué importa ayer? ¿Qué importa el mañana? Estás aquí. Entonces ríe, ríe a reventar.

Tienes lo indispensable. No te hace falta ni más ni menos.
 

- ¿Cómo tomó la decisión de retirarse aquí?
- Generalmente acostumbro a contestar que no lo sé. No existe una explicación puramente racional, no es sólo la mente la que actúa, es toda una corriente de vida que toma formas diversas. Aunque, ciertamente, no se me hubiera ocurrido pedir permiso para vivir en esta ermita si no me hubiera precedido un monje, el padre Estanislau, que estuvo aquí hasta el año 1972 y que continúa viviendo como ermitaño en otro lugar. Lo que deseo únicamente es profundizar en mi conciencia. Y con este profundizar creo que estoy ayudando a todos los hombres; no sólo yo, sino todos los que lo hagan. También pienso que es importante encontrar aquella dimensión que te ayuda a realizar la comunión con todas las personas, y esta distancia que te separa de donde las personas viven juntas, conviven, en cierta forma te ayuda a comprender mejor que es eso de la convivencia y te hace sentir mucho más cerca de ellas, aunque de otra manera.
- ¿No resulta difícil soportar esta soledad?
- Es algo que habría que preguntar al inquilino de uno de esos bloques anónimos, rodeado de centenares o miles de personas pero que vive una soledad realmente terrible. La soledad habita en el corazón. Yo no estoy en soledad. Es algo totalmente exterior al hecho de que yo es te viviendo en esta semicueva, en plena montaña. Si vives en plenitud no puedes estar solo. Estarás solo en el sentido de que no estás cerca de otros hombres, pero únicamente en este sentido. Para mí la auténtica soledad es la carencia, la ausencia de Dios, la ausencia de esta plenitud, este apuntar a la trascendencia...
- ¿Que la ha aportado hasta el momento su retiro aquí?
- Paz, júbilo, silencio interior, desprendimiento o desapego de las cosas que pasan y ver cómo la fe, el amor, la plegaria, inciden realmente y se constata lo útiles que son.
- Hoy en día, ¿Cúal es la misión de las personas que, como usted, se dedican a la contemplación?
- Como ya he dicho, pienso que la fuerza del amor, de la plegaria, tiene un efecto real en el mundo, y que cualquier hombre que decida profundizar en su interior y cultivar la vida espiritual más allá de la materia está ayudando a todos los hombres.
- A primera vista parece que existen numerosos puntos de contacto entre la contemplación, la mística cristiana y diversas corrientes religiosas orientales que han creado una nueva espiritualidad en la segunda mitad del siglo...
- Sí. Existen. Por ejemplo, un autor medieval del siglo XIV, anónimo, posiblemente un monje cartujo, escribió un libro llamado "La nube del no saber", un tratado precioso de contemplación con postulados muy parecidos a lo que es la meditación Zen. El mismo San Juan de la Cruz aconseja para llegar a la unión con la divinidad practicar los mismos ejercicios que en la meditación trascendental, intentando vaciar la mente: "simple atención amorosa a Dios, sin ningún pensamiento concreto y particular", creo que dice. En mi caso fue Ramana Maharshi, un hindú a quien conocí a través de un libro en 1963, quien realmente me abrió un camino práctico a la interiorización. Ciertamente, existen muchos caminos en la tradición cristiana pero, por lo que sea, están es desuso. Ramana Maharshi era lo que en la tradición se llama un jivan mukti, un hombre sin mente. Ya no le hace falta hacer funcionar su mente porque Dios ha llenado su espíritu. El dice: "Cuando la luna -que sería la mente- es iluminada por el sol durante la noche, su luz te ayuda a ver, pero cuando el sol ilumina a la luna -esa luna de cuarto menguante que se ve durante el día- entonces no utilizas la luz de la luna para ver sino que ves directamente de la luz del sol, que no es la mente, es el si-mismo, el Yo de mi yo, la realidad de toda realidad de la cuál procede, por la cuál es creada tu mente".

- Le he oído decir, en otra ocasión, que en el budismo Zen se dice: "Si te encuentras con Buda en tu camino, mátalo". Y que además Raimundo Panikkar afirmaba: "Si te encuentras con Cristo en tu camino, cómetelo". ¿Que quería significar con ello?.
- Exactamente nada. Hay respuestas que debe encontrar uno mismo. Pero sí te diré que el Buda al que hay que matar es el que se encuentra fuera de ti y delante, porque Buda sólo es interior. Igualmente comerse a Cristo significa interiorizarlo y dejarlo que viva por la fe, en tu corazón.
- Hoy en día hay una gran pérdida de la religiosidad, del sentimiento religioso; mucha gente vive de espaldas a la religión, ¿a que puede deberse?
- Bueno, hablamos de todo el mundo como si el mundo sólo fuéramos nosotros, los señores de Europa y América, cuando hay muchos lugares donde hay mucha religiosidad y mucho fervor, mucho sentido de Dios. Ahora, en Occidente es cierto que se da esta falta de religiosidad. Yo creo que se debe, por una parte, a la sobrevaloración de las cosas materiales, de la comodidad, del dinero: por otra, a la sobrevaloración de la capacidad discursiva de la inteligencia racional sin un sujeto realizado, profundamente realizado. Esto lleva a un gran desarrollo intelectual y técnico que podrían comportar grandes beneficios, pero que es como si estuvieran en manos de un niño irresponsable. Me refiero, por ejemplo, a la energía atómica, que de momento se ha utilizado en la fabricación de armamento en un proceso totalmente irracional, en que el miedo al enemigo ha llevado a armarse hasta los dientes generando una gigantesca capacidad destructiva. Poco inteligente ¿no? Es lo que sucede cuando uno vive a nivel superficial, como se vive en la actualidad. Todo debe estar en proporción. No hay interior sin exterior, no hay fondo sin superficie, ni superficie sin fondo. Lo terrible es vivir la superficie sin ser consciente del fondo, como sería terrible ser consciente del fondo sin ser consciente de la superficie. También la religión puede vivirse a nivel superficial, porque en nombre de la religión se han cometido muchas barbaridades.
- ¿Piensa que a la religión le hace falta también una evolución?
- No; le hace falta una profundización. En la religión no debe evolucionar nada, quien debe evolucionar es el hombre, que ha de encontrar sus raíces, las raíces de sí mismo, el origen, la fuente...
- ¿Que debería cambiar en la sociedad para que fuera mejor, más justa?
- El corazón del hombre. Nada más. Así de simple. Pero es dificilísimo para muchas personas; lanzadas a una serie de inercias casi insuperables.
- ¿Puede haber un nuevo resurgir espiritual en Occidente?
- Sí, claro. A medida que los hombres se vayan desengañando. El desengaño es una cosa muy positiva. Si vives engañado, desengañarte es una liberación. Deseo el desengaño total, de todos, y conforme los hombre se vayan desengañando surgirá la luz. Un desengaño en sentido positivo ¿eh?, para descubrir lo negativo del engaño y para que quede lo que no es engaño...

Texto tomado de la página Contemplatio: http://usuarios.multimania.es/contemplatio/

jueves, 25 de octubre de 2012

martes, 23 de octubre de 2012

PEREGRINO




Peregrino que caminas
buscando el “conocimiento”
eres masón, rosa-cruz, teósofo..
antropósofo, gnóstico, martinista...
buscas, y buscas…
Centrado en tus saberes
sin querer te centras en ti
fomentas tu vanidad,
sabes más que nadie....
Narcisista sin ser consciente.
¿Estás en búsqueda o huyendo?
Todo lo que necesitas saber y vivir
lo tienes en los evangelios.
Necesitas aprender a AMAR.
El que AMA SABE. Y EL QUE NO, NO SABE NADA
El primer paso es conocerte en profundidad
para desarrollar humildad,
para conocer y aceptar tus luces y tus sombras
e incrementar unas y transformar las otras.
Cada día reza, medita, y haz algo por los
más necesitados, por los que más sufren.
No abandones la Iglesia. Esoterismo y exoterismo
han de caminar juntos, salvo gran riesgo de perderte,
de desviarte.
José Antonio Sha

viernes, 19 de octubre de 2012

Vaticano II y las otras religiones: el mundo como lugar de encuentro


Jaume FlaquerEl Concilio Vaticano II inauguró una nueva época en las relaciones de la Iglesia Católica y las otras religiones. Por primera vez en un texto oficial se reconocía y apreciaba “todo lo bueno” que existe en las demás religiones. Por primera vez, la Iglesia hacía un esfuerzo por mirar de otro modo a aquellos que no están doctrinalmente en comunión con ella. Esta mirada ya no es anatemizante sino que está impregnada de deseos por rastrear las huellas de Dios por toda su creación. El mundo ya no es visto como un lugar amenazador y peligroso para la moral y la doctrina, ni es vivido como un exilio del que se espera salir un día para volver a la patria celeste. El mundo se descubre nuevamente como lugar de encuentro.
Aquel velo del Templo, del sancta sanctorum, que se rasgó por la irrupción de la muerte de Jesús y que separaba lo sagrado de lo profano, el lugar de encuentro del lugar de exilio, se fue retejiendo poco a poco a través de los siglos. Las puertas de la Iglesia, protectoras e incomunicadoras, quedaron definitivamente cerradas, definiendo claramente un dentro y un fuera, un refugio y una intemperie, un lugar de salvación probable y un lugar de condena indudable.
Pero nuevamente esas puertas se abrieron: entraron nuevos aires dentro de la Iglesia, y salieron de ella gentes en busca de otras huellas del Creador. El velo del Templo volvió a rasgarse para dejar fluir esa Gracia condensada dentro.
Esto es, en mi opinión, la gran riqueza fundamental del Vaticano II, la revolución que supuso el Concilio.
¿Y esto qué supone en lo que respecta al diálogo interreligioso? Es fácil de adivinar. A Dios no solo se le encuentra dentro sino también fuera. Por tanto, el cristianismo no tiene la exclusividad en el acceso a Dios, pues también pasó “por esos sotos” de las otras religiones “con presura”, y también a ellas “vestidas las dejó de su hermosura” (parafraseando a San Juan de la Cruz).
En el Concilio de Florencia (1442) se había dicho: (Este Concilio) “Firmemente cree, predica y profesa que nadie que no esté dentro de la Iglesia católica, no sólo paganos, sino también judíos, herejes y cismáticos, puede hacerse partícipe de la vida eterna, sino que irá al fuego eterno que está aparejado para el diablo y sus ángeles”.
Y ahora sin embargo, en el Vaticano II, se afirma que la gracia actúa en todos los hombres de buena voluntad de manera invisible, y que “el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo conocido sólo por Dios, se asocien a este misterio pascual”. (G.S. 22)
¡Celebremos los nuevos aires que trajo el Concilio!

miércoles, 17 de octubre de 2012

LAS CUATRO VELAS





Cuatro velas se estaban consumiendo lentamente.
El ambiente estaba tan silencioso que se podía oír el diálogo entre ellas.
La primera dijo:
- ¡Yo Soy la Paz! A pesar de mi Luz, las personas no consiguen mantenerme encendida.
Y disminuyendo su llama, se apagó totalmente.
La segunda dijo:
- ¡Yo me llamo Fe! Infelizmente soy superflua para las personas, porque ellas no quieren saber de Dios, o de un ser superior, por eso no tiene sentido continuar quemándome.
Al terminar sus palabras, un viento se abatió sobre ella, y esta se apagó.
En voz baja y triste la tercera vela se manifestó:
- ¡Yo Soy el Amor! No tengo mas fuerzas que quemar. Las personas me dejan de lado porque solo consiguen manifestarme para ellas mismas; se olvidan hasta de aquéllos que están a su alrededor.
Y también se apagó.
De repente entró una niña y vio las tres velas apagadas.
- ¿Qué es esto? Ustedes deben estar encendidas y consumirse hasta el final.
Entonces la cuarta vela, habló:
- No tengas miedo, niña, en cuanto yo esté encendida, podemos encender las otras velas.
Entonces la niña tomó aquella vela, la vela de la Esperanza, y encendió nuevamente las que estaban apagadas.

jueves, 11 de octubre de 2012

El Corazón de la Creación




     En la tradición hebrea se considera a la Torá como el corazón de la Creación. En hebreo el número 32 se escribe lamed bet que se lee Lev; la palabra hebrea para corazón.

  
        El Sefer Yetzirá, llama al corazón “el rey del alma” y describe la experiencia mística como un “fluir del corazón”.  
 La primera letra de la Torá es “Bet” de Bereshit - En el principio, la última letra de la Torá es la lamed de la palabra Israel. Juntas las dos letras también se leen lev, corazón. Los 32 senderos (formados por las 10 Sefirot o Atributos y las 22 letras del alfabeto), están contenidos en la Torá, que es el medio a través del cual la mente se revela. 

           Sobre esto existe una curiosidad gramatical.
 Las dos letras, lamed y bet comparten también otra distinción única. Como prefijos, lamed significa “a” y bet “en”. Las tres letras del Tetragamaton, yud, hei, vav pueden servir de sufijos de pronombres personales.
 El sufijo yud significa “mi”, Hei significa “ella” y Vav “el”.  De todas las letras solo hay dos a las que dichos sufijos pueden unirse y estas son Lamed y Bet.
 Se forman entonces las palabras
 Li a mi; 
La a ella; 
Lo a el; 
Bi en mí; Ba en ella;
 Bo en él. 
Como vemos, Lamed y Bet son las únicas letras de todo el alfabeto que combinan de este modo con las letras del nombre Divino.


             Cuando los judíos llegaron al Monte Sinaí para recibir la Torá, acamparon como si fueran “ una persona con un solo corazón”. Esa unidad creó el clima espiritual necesario para la entrega de la Torá. En forma similar, se dice que, para tener el mérito de la revelación debemos de nuevo estar unidos como si tuviéramos uno solo.

La doble lamed.
     En hebreo la palabra lev - corazón se escribe lamed, bet. Los Kabalistas señalaron que como numéricamente bet equivale a dos, la palabra puede ser leída como “lamed veces dos” o “dos lamed”.

 La forma de la lamed es una caf con una vav en su parte superior.  Es sorprendente ver que si se ponen dos lamed, una frente a la otra, se obtiene la forma de un corazón, donde las dos vav representan las arterias coronarias. Así podemos decir que leb es “dos lamed “en la forma más literal. Pero aun hay más; la letra lamed también significa “enseñar”.

Así las dos lamed de leb –corazón, simbolizan las enseñanzas contenidas en las “Dos Tablas de la Ley” los Diez Mandamientos – que constituyen el corazón de toda la Torá.
 
Es un trabajo de mi amigo el Dr. José Manuel Chamorro.