jueves, 28 de enero de 2010

TEMORES DE LA IGLESIA

¿Por qué la Iglesia teme a los diferentes?
Juan Arias

La otra cara de la vida

A la jerarquía católica le da miedo todo lo que se salga del orden por ella trazado en la liturgia, la fe, la familia, el sexo. Sin embargo, el profeta de Nazareth en el que se inspira fue un ser distinto, un heterodoxo
Con el papa Benedicto XVI, el miedo de la Iglesia católica hacia los diferentes se ha agudizado. Se estudian incluso nuevas formas de castigo a los sacerdotes que se casen civilmente. A Roma le da miedo todos los distintos, los que disienten de las rígidas normas de conducta por ella trazadas.

Teme a los diferentes sexuales: gays, lesbianas, transexuales, prostitutas; a los diferentes religiosos: ateos, agnósticos, animistas, protestantes, judíos o musulmanes. Le irritan los divorciados, los sacerdotes que dejan los hábitos, las mujeres que abortan, los que practican la eutanasia, los suicidas, los adúlteros, los drogadictos. Arrecia sus castigos contra todos ellos.

La Iglesia divinizó a Jesús para cubrir sus flaquezas. Él nunca se dijo Dios, sólo “hijo del hombre” Fue un antisistema. Su vida y sus dichos eran una paradoja y una contradicción

Viví de cerca el drama de un embajador español ante el Vaticano, que se había separado de su mujer y se acababa de enamorar de otra. Lo vi algunas semanas desesperado. Pasó, de ser considerado un embajador simpático, preparado y fiable a ser persona non grata. Desesperado y desorientado, pidió ayuda y consejo a un alto prelado de Roma. “Hijo mío, eso tiene sólo una solución y está en las manos de Dios”, le espetó con la mayor naturalidad. Se refería a que Dios tendría que enviar la muerte a su ex mujer, para que pudiese casarse con la otra. El embajador saltó del sillón horrorizado.

¿De dónde nace este miedo al diferente en la Iglesia, cuando Jesús de Nazareth, en quien dice inspirarse, era un ser diferente, que actuaba fuera de las normas, más aún, estaba contra las normas de su iglesia, la judía, cuando consideraba que contradecían la libertad del hombre? Se pronunció contra la ley del sábado, sagrada para los creyentes judíos; contra los sacrificios de animales en el Templo y las especulaciones económicas derivadas de aquellos sacrificios. La tomó a latigazos contra aquellos mercaderes.

A la Iglesia le da miedo todo lo que no se encuadra en el orden por ella trazado. Le gusta sólo la familia tradicional, por ejemplo, y cualquier intento de búsqueda de nuevas formas de relación humana más aptas a la mentalidad del tiempo, lo castra antes aun de ponerlo en discusión. Lo mismo ocurre con el doloroso modo de la mujer de deshacerse de una gestación que puede ser su muerte psíquica, social o física.

Y aún aquí la Iglesia tiene dos pesos y dos medidas, si se trata de una mujer seglar o de una religiosa. ¿Qué aconseja a los responsables de las monjas que, por ejemplo, en las Misiones, son violadas y quedan embarazadas? ¿Les deja libertad para dar a luz a ese hijo? ¿Qué haría con él la religiosa a la que no podría echársele de la Congregación pues había sido injustamente agredida? Me consta, de buenas fuentes que Roma da normas secretas a sus obispos al respecto.

En lo relativo al celibato obligatorio para los sacerdotes, se trata de algo realmente absurdo históricamente ya que sabemos que no sólo Jesús, los apóstoles y los primeros Papas estaban casados, sino también los obispos en los primeros siglos del cristianismo. Lo único que se les pedía a esos obispos casados era que tuvieran una sola mujer, para dar ejemplo a los fieles.

¿Cabe mayor hipocresía que el caso de dos parroquias en una misma ciudad, en las que en una, el sacerdote puede estar casado porque se convirtió del protestantismo al catolicismo cuando ya estaba casado, y en la de al lado el cura católico, que si quiere casarse, tiene que dejar la parroquia y el sacerdocio? Al Jesús hombre, la Iglesia lo divinizaría más tarde para cubrir sus flaquezas. Él nunca se dijo Dios, sólo “hijo del hombre” que en arameo significa uno como los demás. Lo divinizó para cubrir sus miedos, a la muerte por ejemplo: sudó sangre de pavor en el Huerto de los Olivos y pidió a Dios que le ahorrase los horrores de la crucifixión. No era un héroe. Fue tildado de bebedor y comilón. En ninguna circunstancia de su vida fue un hombre de orden. Fue un antisistema.

Su vida y sus dichos eran una paradoja y una contradicción. Arremetió contra la familia tradicional, algo sagrado entre los judíos: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?” (Lucas 13,31ss), se preguntaba. Defendía a las mujeres adúlteras (Juan 8,3ss) contra la hipocresía de los fariseos, y exaltaba a las prostitutas: “Ellas tendrán un lugar mejor que vosotros en el Reino de los Cielos” (Mateo 21,31). Era amigo de todos a los que el sistema y el Templo marginaba, de los considerados de mala reputación como publicanos y pecadores.

Fue tachado de todo lo que puede ser acusado un diferente. Sobre todo fue considerado un endemoniado y un loco y en aquel tiempo la locura daba más miedo y producía más rechazo que hoy. Lo consideraban loco sus mismos hermanos: “está fuera de sus cabales”, decían de él, como se lee en Marcos 3,20. Tan loco que los suyos fueron a recogerlo para llevárselo a casa. Tan fuera de sí, que quisieron despeñarle. Llegaron hasta a apedrearle, algo muy serio en aquel tiempo si se piensa que la pena de muerte más conocida entre los judíos era la lapidación o apedreamiento. La muerte en la cruz no era judía, era romana.

La Iglesia ha tenido y sigue teniendo miedo del Jesús hombre. Profesa que “se encarnó”, que nació de una mujer, que tuvo todas las pasiones humanas, pero en realidad, cubre su humanidad con un tupido velo divino, para alejarlo de los hombres. Para los de su tiempo, Jesús era un profeta loco, que había salido de una aldea insignificante como Nazareth cuyo nombre ni aparecía en los mapas de aquellos tiempos, que no tenía miedo al poder al que más bien desafiaba. Al rey Herodes que le mandó un aviso para que dejase de predicar, les respondió llamándolo “zorra”. Lo desobedeció.

Jesús no era un diplomático, ni hombre de medias tintas. Tenía alergia a la hipocresía y a la violencia. No condenaba, salvaba. No soportaba a los que juzgaban a los demás. Lo perdonaba todo. Sufría viendo sufrir. Curaba las enfermedades. No tenía miedo de la alegría, de la felicidad, ni del sexo. Multiplicó el vino en las Bodas de Canaá para que siguiera corriendo la fiesta. No dejaba ayunar a sus apóstoles. Comía y bebía en las mesas de los ricos fariseos, aunque personalmente era pobre, sin casa y a veces sin qué comer. Era un inconformista.

¿Cómo encajar este perfil del hombre-Jesús, un verdadero diferente en su sociedad, en la Iglesia católica, que aparece cada día más lejana de sus orígenes, con sus condenas, con sus alergias a todo lo que no comulga con ella, con sus adversiones al sexo, con su miedo a los que no piensan como ella, con su arrogancia de creerse la única fe verdadera?

Los Evangelios son escritos que la Iglesia considera inspirados por Dios, pero en la práctica los teme. Quizás por ello, poco a poco, los ha ido endulzando, tergiversando o sustituyendo por la teología, por el derecho, por los catecismos, por las encíclicas, por las bulas, por millones de decretos, generalmente de condenas. Hasta a Francisco de Asís, el santo más parecido al profeta de Nazareth, que no quería para sus discípulos más reglas que las que están escritas en los Evangelios, le obligó el Papa de entonces a sintonizar con la Iglesia oficial de Roma. Le obligó a escribir una Constitución para su nueva Orden. A la Iglesia nunca le han bastado los Evangelios.

A mi mujer, autora de libros de poesía la invitaron una Navidad a ir a visitar un manicomio femenino de Río. Colocaron una mesita con sus libros para que los locos pudieran abrirlos y leer algunos de sus versos. Le pusieron a una enfermera de protección. No hizo falta. La poesía fue su mejor calmante aquel día. Una esquizofrénica, tras haber leído uno de sus poemas se le acercó y le dijo: “Dime la verdad, tú tienes que ser una loca como nosotras para poder escribir estas cosas”.

Existe la locura del arte, la locura de la ciencia, la locura de la pasión amorosa, la locura por las aventuras, la dura locura de la mente. La de Jesús era la locura por todos los marginales, por los diferentes y sus debilidades. ¿Y la locura de la Iglesia? Desgraciadamente, la de la Iglesia oficial, la de la Iglesia de Roma, la de Benedicto XVI -no la de las periferias- sigue siendo más bien la locura del poder y de los anatemas. Aquel Jesús diferente, se ha quedado ya muy lejos de ella.

Comentario de Franz Wieser

Mi querido hijo, Si un día, cuando ya no vivo, repasas mis diarios, te darás cuenta que tu papá desde décadas atrás opina lo mismo. Eso sí que siempre diferenciaba entre Iglesia, la que al final de este acertado artículo lama “Iglesia oficial, la de la Iglesia de Roma, la de Benedicto XVI” y de la real, “la de las periferias”, la que se compone por hombres y mujeres que se orientan por el hombre Jesús histórico, la que el Concilio Vaticano II entendía como Pueblo de Dios.

Este Jesús ciertamente ha sido secuestrado, sublimado y hecho útil al alto clero, para estructurar un ente piramidal, dominante y privilegiado sostenido por imperios y gobernantes desde Constantino hasta nuestros días. Estos, teniendo a este poder con sus incondicionados de rodillas, no le molesta parque amores requieren amores.

Es verdad que Roma a nadie puede impedir a cumplir el primer mandamiento de Jesús, el amor, único criterio por el cual, según Jesús, todos seremos juzgados. Pero, como él, no podemos quedar indiferentes frente a la enorme masa de “católicos” sometidos con buena fe a este mundano imperio Vaticano aunque “el mundo odia la luz, porque pone al descubierto su iniquidad”. Tu papá con cariño

martes, 26 de enero de 2010

¿UNA VIDA O MUCHAS?


¿Una vida o muchas? Un cristiano ante la reencarnación, 2ª edición

  • Vallés, Carlos G.
  • Editorial Sal Terrae
  • 144 páginas
  • Idioma: Español
  • ISBN: 8429311971 ISBN-13: 9788429311976

La muerte es maestra de la vida, dijo san Agustín. Y lo es, no por ser el final de esta vida, sino por ser el comienzo de la otra... o quizá por las otras, como siempre se ha creído en Oriente, Y ahora no tan sólo en Oriente: de hacer caso a las estadísticas, también en Occidente, donde una tercera parte de los "católicos practicantes" declara creer en la reencarnación. ¿Es razonable esta creencia? ¿Es compatible con la fe católica? ¿Es una ayuda para vivir mejor la vida presente o, por el contrario, engendra pereza, fatalismo, institucionalización de la pobreza y justificación de las desigualdades sociales?. Abundan en los escaparates de las librerías testimonios de personas que recuerdan vidas pasadas; testimonios que han de escucharse con respeto y atención. Lo que no se encuentra con facilidad es una análisis equilibrado de las razones filosóficas y argumentos humanos a favor y en contra de la reencarnación; como tampoco es fácil encontrar descripciones de testigos presenciales de las consecuencias que una creencia u otra conllevan en los entornos en que prevalecen. Este libro, escrito por quien ha vivido la mitad de su vida en Oriente y la otra mitad en Occidente, que participa y simpatiza con todos los modos de ver la vida.. y la muerte, puede ayudar a quienes quieran pensar por un momento con seriedad en lo que a todos nos espera un día.

lunes, 25 de enero de 2010

BLOG DE CRISTIANISMO Y JUSTICIA


Blog de Cristianismo y Justicia
http://www.cristianismeijusticia.net/bloc/-1/
Valoración:
Seguro que muchos de vosotros conocéis Cristianismo y Justicia. Son famosos los cuadernillos de colores que editan, siempre en un formato accesible pero con gran profundidad en sus análisis. Es una obra de los jesuitas en Barcelona que busca una reflexión de la fe desde la práctica por la justicia.
El blog que hoy os presentamos es una nueva presencia de Cristianismo y Justicia en la red, que busca seguir dialogando críticamente con nuestra cultura desde una opción por los más pobres.
Se actualiza con mucha frecuencia, siempre con artículos de opinión sobre temas actuales o presentando algunos de los actos que Cristianismo y Justicia lleva a cabo. Seguro que os gustará asomaros a este rincón....

lunes, 18 de enero de 2010

CONVERSION DEL AGUA EN VINO



Juan 2 1-11

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.

Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo:

― No les queda vino.

Jesús le contestó:

― Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.

Su madre dijo a los sirvientes:

― Haced lo que él diga.

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.

Jesús les dijo:

― Llenad las tinajas de agua.

Y las llenaron hasta arriba.

Entonces les mandó:

― Sacad ahora, y llevádselo al mayordomo.

Ellos se lo llevaron.

El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, porque habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:

― Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio has guardado el vino bueno hasta ahora.

Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él.

Después bajó a Cafarnaún con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.

******

Con el relato de las “bodas de Caná”, situado al inicio del evangelio, el autor busca transmitirnos el primer retrato de Jesús. Por eso, una lectura del mismo en clave literal lo desfigura, al reducirlo a un episodio anecdótico que roza lo mágico, y lo priva de su significado para nosotros.

En efecto, ¿qué sentido podría tener imaginar a un Jesús dotado de poderes mágicos, que los utilizara para cambiar el agua en vino en una fiesta de bodas? Cuando se ha leído de esa forma literal, se ha puesto el acento en el “poder” y en la “bondad” de Jesús, así como en la “preocupación atenta” de María. Nada de eso se niega, pero parece evidente que el autor no ha querido empezar su evangelio –sumamente elaborado- con una mera anécdota familiar.

Sabemos que los relatos evangélicos que han llegado a nosotros tuvieron un largo recorrido hasta quedar plasmados en la forma en que hoy los leemos. Fueron textos transmitidos oralmente, adaptados a las diferentes situaciones de las comunidades primeras, elaborados y trabajados con fidelidad al trasfondo histórico pero, al mismo tiempo, con una gran creatividad, de cara a responder a las nuevas situaciones y hacerlos comprensibles en los nuevos contextos. Todo ello ha dado como resultado unos textos magníficos, cargados de simbolismo, que operan como catequesis que intentan, a la vez, vehicular la fe en Jesús y mostrar un estilo de vida coherente con su mensaje.

En aquel proceso primero de elaboración, el cuarto evangelio alcanza las cotas más altas. Todo él es un relato minuciosamente cuidado que juega con un rico simbolismo, con el que busca presentar a Jesús como el revelador del Padre.

El propio autor nos ha revelado su intención al terminar su propio escrito (el capítulo 21 es un añadido posterior) con estas palabras: “Estos (signos) han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios; y para que, creyendo, tengáis en él vida eterna” (20,31).

Por lo que refiere al relato de hoy, si lo leemos con atención, descubriremos algunos “guiños” del autor, que nos hacen caer en la cuenta de su carácter simbólico y así evitar leerlo de un modo literalista. Planteo algunos en forma de interrogantes:

· ¿Cómo puede ser que, en una fiesta de bodas, no hayan preparado vino suficiente (teniendo en cuenta, además, de que se trata de gente importante y que la comida está a cargo de un “mayordomo”)?

· ¿Cómo entender que esa falta escapa al propio mayordomo que está al tanto de todo y, sin embargo, es advertida por una invitada (María)?

· ¿Por qué Jesús se dirige a su madre llamándola “mujer”, un término que designaba a la esposa?

· ¿Qué sentido tiene que hubiera nada menos que seiscientos litros de agua (!) para el rito simple de las purificaciones?

· ¿Por qué la insistencia del autor del evangelio en que se trata del “primer signo” de Jesús? ¿Cuál es su significado? ¿A qué otros remite?

Todos estos interrogantes, irresolubles desde una lectura literalista, encuentran pleno sentido cuando acogemos el relato desde la que fue, probablemente, la intención del autor.

Pero, además de estas cuestiones, una lectura atenta y conocedora del transfondo histórico, cultural y religioso de nuestro evangelio, encuentra una serie de elementos portadores de significado preciso. Entre ellos, hay que destacar los siguientes: la boda, la referencia a la “hora”, el tercer día, el número seis, que las tinajas sean “de piedra” y utilizadas para la purificación, la carencia de vino, el hecho de llenarlas de agua “hasta arriba”, la presencia de la madre de Jesús (a quien nunca llama María, sino “mujer”), la frase: “Haced lo que él os diga”, etc.

Ante tal presencia de elementos simbólicos, Ch. Dodd, uno de los mejores especialistas en el estudio de este evangelio, llega a plantear que el presente relato sería, en su origen, una parábola que tendría como “motivo central”, igual que tantas otras, una fiesta nupcial. Posteriormente, el relato parabólico se habría convertido en una “historia de milagro”.

A partir de los elementos que el evangelista nos ofrece, parece que pueden detectarse fácilmente las claves que hacen posible la comprensión de nuestro relato en profundidad.

· El agua simboliza la religión vacía;

· el vino, la alegría y la vida abundante que proceden de Dios;

· María es la “mujer”, el resto fiel de Israel, “desposado” con Dios;

· las bodas son el símbolo de la unión (alianza) de Dios con el pueblo;

· las tinajas de piedra (seis es el número de lo imperfecto e incompleto) representan a la Ley, que pretende purificar al ser humano, pero que en realidad es algo vacío;

· la expresión “haced lo que él os diga” es prácticamente idéntica a la que pronunció el pueblo el día de la alianza (pacto, desposorio) del Sinaí: “Nosotros haremos todo lo que el Señor ha dicho” (Libro del Éxodo 19,8);

· que sea el “comienzo de los signos” hace de éste el prototipo y clave de interpretación de los que seguirán (en total, serán “siete”, el número que expresa la plenitud).

Con estas claves, podemos comprender que lo que ocurre en Caná preanuncia las bodas de la Cruz (19,25-27) y de la mañana de Pascua (20,1-18): María será llamada de nuevo “mujer”, como símbolo del pueblo fiel del Antiguo Testamento que ha generado al Mesías y al nuevo pueblo (el “discípulo amado”: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”); María Magdalena, por su parte, es la otra “mujer”, símbolo de la iglesia que se desposa con Jesús en el huerto o jardín (imagen del Edén y del huerto del Cantar de los Cantares).

Con todo ello, Caná declara que el judaísmo está caducado; y, con él, la religión. De hecho, a continuación, el evangelio presentará a Jesús como el “nuevo templo” (“«destruid este templo y en tres días yo lo levantaré de nuevo»: el templo del que hablaba Jesús era su propio cuerpo”: 3,19-21) y proclamando que “para dar culto al Padre, no tendréis que subir a este monte ni ir a Jerusalén… Ha llegado la hora en que los que rindan verdaderamente culto al Padre, lo harán en espíritu y en verdad… Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad” (4,21-24).

La boda en la que falta el vino simboliza la antigua alianza que va a ser sustituida por la nueva, en la que se dará el vino del Espíritu. Jesús inaugura una nueva relación del hombre con Dios, que no estará mediatizada por la Ley, sino creada por el mismo Espíritu de Dios. Jesús, el nuevo Esposo (1,15.30) o centro de la nueva comunidad humana, anuncia el cambio, que tendrá lugar cuando llegue su hora, la de su muerte-resurrección.

Así leído, descubrimos la hondura y centralidad de este relato. El texto, en el conjunto del evangelio de Juan, significa la obra entera de Jesús, que proclama y posibilita las “bodas” de Dios con el ser humano (que en el Antiguo Testamento se entendían como alianza). Para el evangelista, la nueva alianza se inicia ahora con la vida pública de Jesús; su consumación vendrá en la cruz. Esa será la “hora” de Jesús. En este evangelio, la obra de Jesús, desde sus mismos comienzos, está revestida de nupcialidad. Por eso, desde el comienzo mismo –desde el “primer signo”- anuncia el cumplimiento: el “nuevo pueblo” vive unas bodas con Dios, en las que el “vino” -la Vida, el Gozo y el Amor- se muestra sabroso y desbordante.

Es comprensible que, desde un nivel “racional” de conciencia, aun reconociendo el carácter simbólico del relato, se lea este texto en clave de dualidad. Dios y la humanidad (la creación) serían “dos entidades” capaces de entrar en relación, pero se seguiría pensando a “Dios” como un ser separado.

Sin embargo, de acuerdo con la vivencia del propio Jesús, tal como queda reflejada en este mismo evangelio, y en sintonía con la percepción no-dual que se va abriendo camino, de un modo cada vez más generalizado, en nuestro momento cultural, y que es expresión de una nuevo nivel de conciencia (transpersonal), emerge una lectura del texto que adquiere una profundidad mayor.

Las “bodas” son el símbolo de lo real. Todo se halla “desposado” con todo, constituyendo una gran Red que se sostiene en la misma interrelación. Todo es divino-humano-cósmico al mismo tiempo. No como realidades sumadas, ni siquiera unidas, sino como expresión no-dual de la Realidad única que en todo se expresa y manifiesta.

El viejo Sutra del corazón nos recuerda que “Vacío es forma, y forma es Vacío”. Lo divino y lo humano no son realidades paralelas, sino las “dos caras” –magníficas en su diferencia- de la misma Realidad.

En las “bodas de Caná”, el agua puede bien simbolizar la ignorancia en que nos encerramos cuando nos reducimos al ego y a la mente: una ignorancia que es carencia y sufrimiento. El vino, por el contrario, es expresión de la Vida y el Gozo y, como Jesús, accedemos a él en cuanto nos liberamos de nuestra perspectiva egoica (nos desidentificamos de nuestra “identidad” mental), para empezar a percibir nuestra verdadera identidad, no-separada de lo Real. La persona que lo descubre –como si se tratara, dirá Jesús, de “un tesoro en el campo”-, experimenta su existencia llena del “vino” de la Alegría.


Enrique Martinez




sábado, 16 de enero de 2010

SOLIDARIDAD CON HAITÍ


Todos los que deseeis ayudar a tantos y tantos que están necesitados y con sufrimientos en Haití lo podeis hacer por medio de CARITAS INTERNACIONAL y MANOS UNIDAS Desde estos enlaces es muy facil. Por medio de estas www podeis ejercer la solidaridad, una forma estupenda de vivir el amor al prójimo.
http://www.caritas.es

http://www.manosunidas.org/

Tan solo tienes que pinchar en el enlace para acceder

jueves, 14 de enero de 2010

EL PAPA INSTA A LA SOLIDARIDAD


“La Iglesia Católica se pone en marcha inmediatamente”
Pide “la generosidad de todos” frente a la catástrofe humanitaria
Benedicto XVI ha hecho esta mañana un llamamiento a la comunidad internacional para que ayude a las víctimas del devastador terremoto que ha asolado Haití este martes.

El Pontífice hizo el llamamiento ante unos 9.000 fieles que asistieron en el Aula Pablo VI del Vaticano a la audiencia pública de los miércoles, donde calificó la situación desatada en Haití por el terremoto ocurrido esta madrugada como “dramática”.

“Hago un llamamiento ante la dramática situación en que se encuentra Haití. Mi pensamiento está con la población tan duramente golpeada por el devastador terremoto ocurrido hace unas horas y que ha causado graves pérdidas de vidas y un gran número de damnificados y desaparecidos, así como ingentes daños materiales”, dijo el Papa.

El Obispo de Roma invitó a los fieles a unirse a él para rezar por las víctimas de la catástrofe y por los que lloran a sus seres queridos fallecidos y expresó su solidaridad con los que han perdido sus casas y con todas las personas afectadas por “esta grave calamidad” e imploró a Dios consuelo para su sufrimiento.

“Hago un llamamiento -indicó- a la generosidad de todos, para que no falte a estos hermanos y hermanas que viven un momento de necesidad y de dolor nuestra concreta solidaridad y el apoyo efectivo de la comunidad internacional”.

“La Iglesia Católica se pone en marcha inmediatamente para, a través de sus instituciones caritativas, paliar las necesidades más inmediatas de la población”, subrayó el Pontífice.

UN BUEN LIBRO


Parece claro que, en el ámbito religioso, nos hallamos en el centro de un cambio sin precedentes en la historia que conocemos. Las formas heredadas, consideradas sagradas e intocables durante siglos, han entrado en una crisis que se manifiesta irreversible. Porque no afecta únicamente a las “formas” como tales, sino que cuestiona la base misma en la que aquéllas se apoyaban.
Un cuestionamiento de tal envergadura no puede ser únicamente “religioso”. Más aún, lo que ocurre en este campo concreto no es sino consecuencia de la mutación cultural más amplia que nos ha correspondido vivir.
Una mutación cultural implica una modificación decisiva en nuestro modo de percibir, por lo que nos resulta absolutamente imposible volver a ver la realidad como antes la veíamos. Se ha modificado nada menos que el filtro a través del cual accedíamos a ella, el marco cultural o paradigma. Si entendemos un paradigma como un “idioma cultural”, habremos de concluir que nos toca “traducir” la percepción anterior a los moldes de la nueva.
Pero no es sólo el filtro; estamos asistiendo a lo que, según los pensadores más atentos, parece ser un cambio en el propio “modo de conocer”. Estamos pasando del modelo mental, cartesiano o dual a otro no-dual, que se abre camino cada vez más en las ciencias cognitivas y, poco a poco, en la conciencia colectiva. Este modelo no-dual de cognición está modificando, de un modo radical, lo que eran nuestros planteamientos previos, que considerábamos definitivamente adquiridos. No es extraño que, modificado el modo de percibir, se alteren también las “conclusiones” a las que habíamos llegado, sobre la base aquel propio modelo. Como tampoco lo es que encuentre resistencias por parte de aquellas posturas ancladas en el modelo anterior.

Dada la magnitud del cambio, a ningún cristiano debería extrañar que la propia cristología se viera involucrada en la necesidad de un replanteamiento en profundidad. Porque, formando parte de todo el discurso religioso, también la persona de Jesús se entendió, se leyó y se presentó -como no podía ser de otro modo- bajo un prisma mítico y heterónomo, y dentro del inevitable modelo dual que ha caracterizado el nivel mental-racional de conciencia.
Desde la nueva perspectiva no-dual, Jesús deja de ser percibido como un “salvador celeste” separado, para poder ser comprendido como el hombre que “vivió” y “realizó” el Misterio, de modo que puede llamarse con verdad “Hijo de Dios” y “Dios”. Más allá de cualquier “mapa” mental, vio y se ancló en el “Territorio” hacia el que todos los mapas -también los religiosos- apuntan.
Por eso mismo, Jesús constituye una invitación al ser humano para que -acallada la mente, silenciado el yo, en la Presencia luminosa y autoconsciente- pueda experimentar que estamos todos constituidos de la misma y única Realidad. Y que, al desidentificarnos del yo, accedemos a la Conciencia unitaria que se manifiesta como sabiduría y compasión.

Eso explica que el suyo sea un mensaje con el que fácil y gustosamente “sintoniza” cualquier persona. Porque pone vida y palabras a lo que todos, lo sepamos o no, somos y aspiramos a vivir, convirtiéndose así en “revelador” de nuestra más profunda realidad. Es portador de un mensaje transpersonal que nos pone en contacto con la verdad de Lo Que Es.

lunes, 11 de enero de 2010

ORAR EN EL SILENCIO DEL CORAZON


Orar en el silencio del corazón

Autor: Hermano Roger de Taizé

Título: Orar en el silencio del corazón

Editorial: PPC Año: 2007

Pags.:136

La oración personal es siempre sencilla. ¿Pensamos que para orar hay necesidad de muchas palabras? Ya verás como no…


Unas semanas antes de morir el hermano Roger, fundador de Taizé, le daba a este libro los últimos retoques. A él le gustaba expresar su búsqueda de Dios en forma de cortas meditaciones. Las leía en la oración del mediodía, que reúne a los hermanos de la comunidad y a los cientos de jóvenes que participan todavía hoy en los encuentros de oración. El libro recoge un centenar de ellas. Pequeñas y certeras como saetas. Oraciones de alabanza, súplicas sencillas, expresión de una espera contemplativa que eleva el corazón creyente más allá de dudas y vacilaciones. Con la publicación de estas oraciones el hermano Roger quería invitar a dejar crecer en uno mismo la confianza sencilla de la fe y a descubrir cómo rezar en el silencio del corazón. “Espíritu Santo, misterio de una presencia, tú nos dices a cada uno: “¿Por qué inquietarte? Solo una cosa es necesaria: un corazón a la escucha para comprender que Dios te ama y siempre te perdona”.

EL REINO DE DIOS ESTA CERCA


Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo:
"El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Convertios y creed en la Buena Noticia".
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores.
Jesús les dijo: "Seguidme, y yo os haré pescadores de hombres".
Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó,
y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.

: Mc 1,14-20

Leer el comentario del Evangelio por
Cardenal Joseph Ratzinger [Papa Benedicto XVI]
Vom Sinn des Christseins

«Está cerca el Reino de Dios»

Nos conviene preguntarnos cuál fue el mensaje real de Cristo: ¿qué es lo que anunció exactamente, qué es lo que ha traído a los hombres? Nos acordaremos que san Marcos resume el mensaje de Cristo en una sola frase: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: ¡Convertíos y creed la Buena Noticia!» «Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios». Detrás de esta frase es preciso descubrir toda la historia de Israel, este pequeño pueblo, juguete de los grandes poderosos de la tierra. Por decirlo de alguna manera había experimentado, uno tras otro, el poder de los imperios que se habían ido sucediendo en este sector de la historia; sabía hasta qué punto todo poder humano, incluido el suyo, era incapaz de proporcionarle la salvación; sabía demasiado bien que todo poder humano actúa de modo humano, es decir, demasiadas veces de manera mediocre y discutible. En medio de esta experiencia de una historia llena de decepciones, sujeciones e injusticias Israel había ardientemente aspirado a ser un reino cuyo rey ya no sería un hombre sino Dios mismo, el verdadero Amo del mundo y de la historia. Tan sólo un Reino perteneciente a este Señor, que es la Verdad y la Justicia, era capaz de traer a los hombres la salvación y el derecho. Ahora pues, el Señor viene a dar respuesta a esta espera secular proclamando: ahora se ha cumplido el plazo, ahora ha llegado el Reino de Dios... La teología cristiana, dándose, muy pronto, cuenta del hiato existente entre esta espera y su realización, al correr de los años llega a transformar el Reino de Dios en un reino del cielo situado en el más allá. La salvación de los hombres acaba situándose en la salvación de las almas, la cual, también ella, se realizará en el más allá, después de la muerte. Pero la respuesta esperada no está ahí. Porque la grandeza del mensaje de Cristo consiste precisamente en conocer que él no habló tan sólo de las almas y del más allá, sino que se dirigió al hombre todo entero, con su corporalidad, su inserción en la historia y en la comunidad humana, y que prometió el Reino de Dios al hombre de carne y hueso que vive entre los demás hombres comprometidos en esta misma historia.

martes, 5 de enero de 2010

EL CIELO EN LA TIERRA


EL CIELO EN LA TIERRA. El secreto de Sor Isabel de la Trinidad

  • Francisco Javier SANCHO FERMÍN, O.C.D.
  • Editorial Desclée de Brouwer
  • 142 páginas
  • ISBN: 8433020765 ISBN-13: 9788433020765
  • 1 edición
  • 9 Euros

He encontrado el cielo en la tierra. Estas palabras surgidas de la experiencia de Isabel de la Trinidad son el anuncio de la felicidad. Ella nos enseña un camino, sencillo pero seguro, para vivir el día a día en una dinámica llena de gozo. El cielo es felicidad permanente que ya Dios te regala aquí y ahora. Sólo hay que extender la mano hacia tu propio interior. Ahí te encuentras con el Dios Trino, un Dios cercano, siempre presente, un Dios papá. El Dios que te asegura siempre su amor y tu felicidad. Francisco Javier Sancho Fermín, O.C.D. es Doctor en Teología, con especialización en Teología Espiritual. Ha sido profesor en el Teresianum de Roma y actualmente, además de dar clases en la Facultad de Teología de Burgos es Director y profesor en el Centro Internacional Teresiano Sanjuanista de Ávila. También es uno de los directores de la Cátedra de Santa Teresa en la Universidad Pontificia de Salamanca. Entre sus publicaciones se cuentan numerosos estudios sobre Edith Stein, además de ser traductor y co-director de la traducción de sus obras al español. También tiene publicados diversos artículos sobre los místicos del Carmelo. Dedica toda su vida y tiempo al estudio de la mística y de la espiritualidad impartiendo cursos en diversos países de Europa y América. En la actualidad es uno de los responsables de la construcción y puesta en marcha en Ávila de la 'Universidad de la Mística'.

EL CIELO EN LA TIERRA

EL ARTE DE CALLAR



Callar sobre la propia persona

es HUMILDAD

Callar sobre los defectos de otros

es CARIDAD

Callar cuando se está sufriendo

es HEROISMO.

Callar ante el sufrimiento ajeno

es COBARDIA.

Callar ante la injusticia

es FLAQUEZA.

Callar cuando otro habla es

DELICADEZA

Callar cuando el otro espera una palabra es

OMISION

Callar y no hablar palabras inútiles es

PENITENCIA

Callar cuando no hay necesidad de hablar es

PRUDENCIA

Callar cuando Dios habla al corazón

ES SILENCIO

Callar ante el misterio que no entendemos es

SABIDURIA

Cuando en la oscuridad de la noche buscamos a Dios y no lo

encontramos es porque no buscamos

en nuestros CORAZONES

Recuerda que El nunca abandona a sus hijos…

Pero a veces somos tan ingratos que ignorando su amor

le abandonamos a EL.

lunes, 4 de enero de 2010

UN BUEN LIBRO QUE OS RECOMIENDO

Editorial: Desclée De Brouwer
Categoría: Religión
PVP: 16,00 €
Páginas: 280
Edición: 2009

Cuando creíamos conocer las respuestas, nos cambian la pregunta. Es lo que ocurre en toda mutación cultural importante, como la que nos toca vivir. Inmersos en una transformación religiosa sin precedentes, constatamos a diario que mucho de lo recibido ya no nos sirve, pero nos cuesta percibir hacia dónde vamos. Los síntomas del cambio resultan cada vez más notorios, pero necesitamos ahondar en las claves que nos permitan comprenderlo en profundidad.


¿Cómo explicar el fenómeno paradójico de la creciente búsqueda espiritual y el imparable declive de la religión institucional? Sin negar el influjo de la secularización y de la (post)-modernidad, el autor plantea una hipótesis de más hondo calado: estamos ante un cambio de época, caracterizado por una transformación de la conciencia. Ese paso de una conciencia mental-egoica a otra transpersonal, revoluciona no sólo nuestras respuestas habituales a las preguntas de siempre, sino las mismas preguntas. ¿En qué consiste exactamente ese “cambio de conciencia”? ¿Cómo se plantea en él la pregunta sobre Dios y la salvación? ¿Cuál será el lugar y el papel de las religiones en esta nueva situación? ¿Qué sentido tiene una espiritualidad post-religiosa? Sólo avanzando en la respuesta a estas cuestiones, podremos salir al paso y dar cauce a la búsqueda espiritual de nuestros contemporáneos.

Breve biografía del autor: Enrique Martínez Lozano (Guadalaviar, Teruel, 1950), es psicoterapeuta, sociólogo y teólogo. Tiene el don de articular psicología y espiritualidad de un modo sencillo, a la vez que profundo y eficaz, potenciando el crecimiento personal y la experiencia de la más genuina espiritualidad, desde la atención a nuestro peculiar momento de transformación cultural.