lunes, 27 de septiembre de 2010

PAZ INTERIOR


EL SIGNO MAS EVIDENTE DE QUE SE HA ENCONTRADO LA VERDAD ES LA PAZ INTERIOR. AMADO NERVO

lunes, 20 de septiembre de 2010

JOSE ANTONIO LABORDETA


">Se nos ha ido Labordeta

Fallece en Zaragoza el cantautor Labordeta
El artista aragonés, de 75 años, fue poeta, político, escritor y dinamizador social
Fuentes del partido Chunta Aragonesista (CHA), con el que fue diputado en el Congreso durante dos legislaturas. El cantautor, político y escritor zaragozano, al que se le diagnosticó en 2006 un cáncer de próstata, falleció en torno a la una de la madrugada en el Hospital Miguel Servet de la capital aragonesa, donde fue trasladado esta semana tras agravarse su estado de salud, que lo tenía postrado en casa desde hace varios meses.

Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad
.

Este es el estribillo de la canción mas popular, Canto a la libertad de José Antonio Labordeta, el cantautor aragonés.
Labordeta lucho contra el franquismo desde los escenarios pero también en la calle. Profesor Universitario comprometido, escritor y político, pues fundo el Partido Chunta Aragonesista, de ideología socialista.

Labordeta era un hombre del pueblo que decía lo que sentía y cuando lo sentía, con las palabras del pueblo.
Todos los españoles lo recordaran por la anécdota tan comentada de que un día en el Parlamento mando literalmente a la “mierda” a los diputados de la derecha por no dejarle hablar, recriminándoles su pasado franquista y sus mentiras en tiempos de la guerra de Irak o del escándalo del petrolero Prestige.

José Antonio es querido y respetado por todos sus compañeros de profesión y por gentes de todas las ideologías pues era un hombre bueno.
En innumerables ocasiones proclamo su admiración y cariño por Serrat, y este se lo agradeció con el gesto de intervenir en su disco de homenaje interpretando Somos, otra de sus canciones bandera, posiblemente le cedió el honor por ese afecto correspondido.

Serrat acompaño a Labordeta cuando fue reconocido su talento y compromiso.

Labordeta decía que abandono la política por que se sentía solo y por que no servia para ese juego hipócrita de “políticos de salón”.

Su partido dio la confianza a Zapatero en su día, y públicamente se la retiró por haberle defraudado. Hace solo una semana el Ministerio de Cultura le entrego la Medalla de Oro del Merito al Trabajo, el dijo que la quería recibir en casa, con su familia y sin festejos ni solemnidades. Hoy contaba el Ministro que ese día Labordeta le decía que lo que importa es el pueblo, procurar por los mas humildes y defender la libertad. Desgraciadamente ya quedan pocos hombres asi.

Labordeta - Canto a la libertad: http://www.youtube.com/watch?v=i15eFc_BCu4

Labordeta en el Parlamento español manda a la mierda a los diputados de derechas: http://www.youtube.com/watch?v=17l3g2HBho4

Hoy es un día muy triste, confieso que no puedo reprimir mis lagrimas, se nos ha ido un hombre honesto, un hombre del pueblo.

Te recordaremos siempre compañero.

viernes, 10 de septiembre de 2010

SE ESTRENA UNA PELICULA SOBRE SANTA HILDEGARDA


Esta película biográfica sobre Santa Hildegarda de Bingen comienza con un prólogo que nos muestra la costumbre medieval de entregar el décimo hijo al servicio de Dios, como fue el caso de Hildegarda de Bingen, que la vemos ingresar siendo niña en el monasterio masculino de Disibodenberg (San Disibo) en 1112. Allí había una pequeña comunidad femenina, bajo la autoridad de Jutta de Sponheim, que con los años se segregaría por decisión de Hildegarda, fundando el monasterio de Rupertsberg.

Tras una elipsis de muchos años, el film nos presenta ya a una Hildegarda adulta, seguidora fiel de su maestra Jutta, a la que sucede como abadesa cuando esta fallece en 1136. Entonces comienzan sus visiones místicas, sus enfrentamientos con el abad de Disibodenberg, y los problemas internos de su comunidad. La santa en esos años adquiere fama por su sabiduría, su forma de gobernar, su música y sus conocimientos en ciencias médicas y naturales. Monarcas y nobles piden sus consejos y buscan sus profecías. Tras obtener el beneplácito de San Bernardo, y la autorización del Papa, comienza a publicar sus visiones, que Hildegarda dicta a su discípula Ricarda de Stade, un personaje dramático muy importante en la película. El film termina en 1158, momento en que la santa abadesa, rompiendo las costumbres de la época, se marcha a predicar por el valle del Rhin.

Visión es, valga la redundancia, la visión que Margarethe von Trotta tiene del Medievo en general, y de Hildegarda en particular. Esta directora, esposa durante veinte años de Volker Schlondorff, fue una de las más importantes representantes del Nuevo Cine Alemán, y ahora está desarrollando un proyecto sobre Hannah Arendt. En su aproximación histórica podemos encontrar aciertos y desenfoques, resultando un balance positivo. Desde el punto de vista estético la película es muy brillante. Su trabajo con la luz, su dirección artística y su banda sonora son excelentes; y los momentos musicales diegéticos son extraordinarios. El casting es también muy bueno, y la actriz Barbara Sukowa encarna con convicción a Santa Hildegarda. Por otra parte, los hechos históricos parecen retratados con honestidad, aunque el guión resulta algo episódico y sincopado, y ello impide dar coherencia al desarrollo interior de los personajes.

Algo más discutible es la visión global que ofrece Von Trotta. Hildegarda parece demasiado excéntrica, y no están suficientemente subrayados los aspectos de su persona que la llevaron a los altares. El discipulado cristiano tiene aquí demasiados tintes psico-afectivos, a veces llevados a la exageración, y que pueden dar a entender dependencias poco sanas. Por otra parte, el film nos da una visión del medievo un poco lúgubre (especialmente en los dos primeros minutos del film), sin llegar ni de lejos a los delirios de ciertas películas como El nombre de la Rosa. En definitiva, lo que falta por parte de la directora es una comprensión empática de la fe y la experiencia cristiana, y por ello, a pesar de su inteligente oficio y evidente buena voluntad, el film no llega al cien por cien de sus posibilidades expresivas. No obstante, como decíamos al principio, el balance es claramente positivo, y presenta un boceto amable del benedictismo.

El Papa Benedicto XVI le ha dedicado a esta mujer dos catequesis este mes de septiembre.Benedicto XVI ha destacado de Hildegarda de Bingen su gran cultura, su espíritu místico y su don de gobierno. “Esta santa habla hoy con su valerosa capacidad de discernir los signos de los tiempos, con su amor por la creación, su medicina, su poesía, su música, que hoy está siendo reconstruida, su amor por Cristo y por su Iglesia, sufriente también en aquel tiempo, herida también en aquel tiempo por los pecados de los sacerdotes y de los laicos, y tanto más amada como cuerpo de Cristo”. Visión es una buena ocasión para conocer a esta mujer extraordinaria.

martes, 7 de septiembre de 2010

EVANGELIO DE LUCAS 15 1-10



En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos:
― Ese acoge a los pecadores y come con ellos.

Jesús les dijo esta parábola:

― Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: “¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido”.

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las vecinas para decirles: “¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido”.

Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.

******

(A José Arregi, otra víctima –como Jesús- del poder religioso;

un poder que, presuntuosamente, se cree en posesión de la verdad).

En el capítulo 15 del evangelio de Lucas, se recogen tres parábolas, llamadas “de la misericordia”, en las que Jesús habla de Dios, a través de tres figuras simbólicas: el pastor, la mujer y el padre de los dos hijos.

Las tres son polémicas, porque nacen en el contexto de una acusación contra el Maestro, por acoger a los pecadores y comer con ellos. Esta manera de actuar chocaba frontalmente con la idea “religiosa” de Dios –del que se creía que no podía mirar con agrado a quienes la religión catalogaba como “pecadores”- y, por eso mismo, socavaba los cimientos del sistema, poniendo en peligro el poder de los sacerdotes y el estatus de seguridad y prestigio de las élites religiosas.

Frente a las murmuraciones de estas últimas, Jesús habla de un Dios “diferente”, que se manifiesta como Misericordia, Encuentro y Alegría, particularmente con quienes parecen más “perdidos”. Y, para que no quede ninguna duda, usa una imagen masculina –el pastor- y otra femenina –la mujer-, que resaltan las mismas actitudes.

Porque el interés de la parábola no es hablar de la oveja o de la moneda –algo que ha sido frecuente en una cierta devoción cristiana-, sino del Misterio de Dios, nombrado como Amor y como Fiesta.

Lo que luego ocurrió es que el yo hizo una lectura de estas parábolas desde su particular perspectiva egoica. De esa manera, cayó en un antropomorfismo insostenible, que hizo de Dios el padre todopoderoso y protector de nuestra imaginación infantil.

En nuestro imaginario, todos hemos albergado, siendo niños, la figura de un padre en el que poder asentar nuestra seguridad de un modo definitivo. Al crecer, el yo religioso ha podido seguir proyectando aquel mismo deseo en Dios, imaginado como el Padre capaz de solucionar todos nuestros problemas. Y a pesar de que la vida desmiente, una y otra vez, esa creencia providencialista, nuestra propia necesidad de seguridad nos lleva a buscar cualquier justificación, antes que poner en cuestión las ideas que nos habíamos hecho.

En realidad, si vamos hasta el origen, descubriremos que fue nuestro yo quien, en su necesidad de autoafirmación, leyó a “Dios” de esa manera, convirtiéndolo en un garante de su propia supervivencia. ¡Dios al rescate del yo! Comprendemos ahora tanto antropomorfismo y tanto providencialismo individualista: los yoes son como niños necesitados que no se detienen ante nada con tal de sentirse afirmados.

Fue justamente esa “perspectiva egoica” la que condujo a una lectura también egoica del mensaje de Jesús. Cuando aquélla cambia, la lectura se ve modificada.

En la nueva perspectiva –transpersonal, no dual-, venimos a descubrir que nuestra identidad no es el yo que busca sobrevivir, incluso eternamente. Ese yo separado necesitaba aferrarse a un dios también separado, como garantía de seguridad. Pero, al tomar distancia de la que creíamos ser nuestra identidad y empezar a percibir lo que realmente somos, dejamos de ver a Dios como el todopoderoso individual al servicio de nuestro yo y empezamos a experimentarlo como el Misterio del que Jesús hablaba.

Dios es Misericordia, Encuentro, Alegría…, Plenitud. Pero quien puede experimentarlo así no es nuestro yo vacío y en último término inconsistente. A Dios no podemos experimentarlo mientras estemos identificados con la mente (eso es el yo, que sólo puede tener “ideas” antropomórficas de Dios, proyectadas desde su propia carencia), sino únicamente cuando venimos a la Presencia, es decir, cuando nos reconocemos en nuestra verdadera identidad. Ahí percibimos, con total evidencia, que la Presencia es Misericordia, Alegría, Encuentro, Plenitud; que siempre lo ha sido, y siempre lo será. Y que es sólo la identificación con la mente (y con el yo) lo que nos impide percibirlo.

Esa Presencia –como ponen de relieve las parábolas de Jesús y su propio gesto de comer con los “indeseables”- integra y abraza todo lo que existe, en la Unidad no-dual, en la que nada está separado de nada. Quien se reconoce en Ella, no puede no reconocerse también en todo lo que es, tal como proclama este admirable poema de Thich Nhat Hanh, titulado “Llamadme por todos mis nombres”, y que bien podríamos nombrar como el poema de la Compasión, o de la auténtica Misericordia, la que nace de la Comprensión. Para la mente y el yo, suena a absurdo y contradictorio; en la Presencia, trascendida la mente, es Sabiduría.

No digas que mañana me voy

porque apenas hoy estoy llegando.

Contémplame: llego cada segundo

para ser un brote o una rama primaveral,

para ser un pajarillo de finísimas alas

que aprende a cantar en su nuevo nido,

para ser la oruga del corazón de una flor,

para ser una gema que se esconde en la piedra.

Apenas llego, para reír o para llorar,

para temer o para esperar.

El compás de mi corazón marca el nacimiento

y la muerte de todo lo vivo.

Soy la mariposa metamorfoseándose en la superficie del río

y soy el pájaro que, a la llegada de la primavera,

llega a tiempo para comerse la mariposa.

Soy la rana que nada feliz en la charca,

y la culebra que se acerca en silencio

y se come a la rana.

Soy un niño de Uganda, todo huesos y piel,

mis piernas son ligeras cual cañas de bambú,

y soy también el traficante de armas

que vendió el armamento mortífero a Uganda.

Soy la chiquilla de doce años refugiada en el bote,

que cruza el océano y ha sido presa de los piratas,

y soy el pirata y mi corazón aún no es capaz de ver y amar.

Soy miembro del Politburó y tengo todo el poder en mis manos,

y soy el hombre que pagó su “pacto de sangre” con los suyos

muriendo lentamente en campos de trabajo forzado.

Mi alegría es como la primavera,

tan cálida que brotan las flores

por todos los caminos de mi vida.

Mi pena es como un río de lágrimas,

tan caudaloso que colma los cuatro océanos.

Por favor, llámame por mis auténticos nombres,

así podré escuchar mis risas y mis llantos en una sola voz,

así podré ver que mis alegrías y mis penas son una sola.

Por favor, llámame por mis auténticos nombres,

así despertaré,

y la puerta de mi corazón se abrirá de par en par

a la puerta de la compasión.


Enrique Martinez

viernes, 3 de septiembre de 2010

SAN AGUSTIN. POR BENEDICTO XVI

En la vida de cada uno, hay personas queridas, a las que nos sentimos particularmente cercanos; algunas están ya en los brazos de Dios. Es importante, sin embargo, tener también compañeros de viaje en nuestra vida cristiana: pienso en el director espiritual, en el confesor..., pero también en la Virgen y en los santos. Cada uno debería tener algún santo que le fuese familiar, para sentirle cercano con la oración y la intercesión, y para imitarlo. Quisiera invitaros a conocer más a los santos, empezando por aquel cuyo nombre lleváis.
Yo estoy unido de modo especial a algunas figuras de santos: entre éstas, además de san José y san Benito, de quienes llevo el nombre, está san Agustín, a quien tuve el gran don de conocer, por así decirlo, de cerca a través del estudio y la oración. Quisiera subrayar un aspecto de su experiencia, actual en nuestra época, en la que parece que el relativismo sea la verdad que debe guiar el pensamiento y los comportamientos.
La búsqueda constante de la Verdad es una de las características de fondo de su existencia. El suyo no fue un camino fácil, pero nunca se detuvo; supo mirar en lo íntimo de sí mismo y se dio cuenta de que esa Verdad, ese Dios que buscaba con sus fuerzas, era más íntimo a él que él mismo; había estado siempre a su lado, a la espera de poder entrar en su vida. San Agustín comprendió que no era él quien había encontrado la Verdad, sino que la propia Verdad, que es Dios, le persiguió y le encontró.
Las criaturas deben callar para que se produzca el silencio en el que Dios puede hablar. A veces, se tiene una especie de miedo al silencio, al recogimiento; a menudo se prefiere vivir sólo el momento fugaz; se prefiere vivir, porque parece más fácil, con superficialidad; se tiene miedo de buscar la Verdad, o quizás se tiene miedo de que la Verdad nos encuentre, y nos cambie la vida.
(25-VIII-2010)