lunes, 31 de enero de 2011

Evangelio según San Marcos 5,1-20.



Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.
Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro.
El habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas.
Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo.
Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras.
Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él,
gritando con fuerza: "¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!".
Porque Jesús le había dicho: "¡Sal de este hombre, espíritu impuro!".
Después le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?". El respondió: "Mi nombre es Legión, porque somos muchos".
Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región.
Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña.
Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: "Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos".
El se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara -unos dos mil animales- se precipitó al mar y se ahogó.
Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido.
Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor.
Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos.
Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio.
En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él.
Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti".
El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados.

Leer el comentario del Evangelio por
Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad
Nadie tiene amor más grande

«El endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía... Pero le dijo: 'Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo'»

Estamos llamados a amar al mundo. Y tanto amó Dios al mundo que le dio a Jesús (Jn 3,16). Hoy, ama tanto al mundo que nos da al mundo, a ti y a mí, para que seamos su amor, su compasión, su presencia a través de una vida de oración, de sacrificio, de abandono. La respuesta que Dios espera de ti es que llegues a ser contemplativo, que seas contemplativo.

Cojámosle la palabra a Jesús y seamos contemplativos en el corazón del mundo, porque, si tenemos fe, estamos perpetuamente en su presencia. El alma, través de la contemplación, saca directamente del corazón de Dios las gracias que la vida activa tiene el encargo de distribuir. Nuestras existencias deben estar unidas a Cristo que nos habita. Si no vivimos en la presencia de Dios, no podemos perseverar.

¿Qué es la contemplación? Vivir la vida de Jesús. Es así como yo la comprendo. Amar a Jesús, vivir su vida en el seno de la nuestra, vivir la nuestra en el seno de la suya... La contemplación no es encerrarse en una cabina oscura, sino dejar que sea Jesús quien viva su Pasión, su amor, su humildad en nosotros, que ore con nosotros, que esté con nosotros, y santifique a través nuestro. Nuestra vida y nuestra contemplación son una misma cosa. No se trata aquí de hacer sino de ser. De hecho se trata del gozo pleno de nuestro espíritu por el Espíritu Santo que insufla en nosotros la plenitud de Dios y nos envía a toda la creación como su personal mensaje de amor (Mc 16,15).

jueves, 27 de enero de 2011

IN MANUS TUAS PATER. POR LA COMUNIDAD DE TAIZE



EL QUE CANTA REZA DOS VECES
CANTAR ES UNA HERMOSA FORMA DE AMOR
San Agustín

SALMO 45

lunes, 24 de enero de 2011



Evangelio de Mateo 5, 1-12

En aquel tiempo, al ver Jesús al gentío subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos, y él se puso a hablar enseñándoles:

Dichosos los pobres en el espíritu,

porque de ellos es el reino de los Cielos.

Dichosos los sufridos,

porque ellos heredarán la tierra.

Dichosos los que lloran,

porque ellos serán consolados.

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,

porque ellos quedarán saciados.

Dichosos los misericordiosos,

porque ellos alcanzarán misericordia.

Dichosos los limpios de corazón,

porque ellos verán a Dios.

Dichosos los que trabajan por la paz,

porque ellos se llamarán “los Hijos de Dios”.

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,

porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

******

El llamado “Sermón de la Montaña” es el primero de los cinco grandes discursos de Jesús que encontramos en este evangelio. Mateo, fiel a su intención de presentar a Jesús como el “nuevo Moisés”, recopila la enseñanza del Maestro de Nazaret en cinco bloques, como si de un nuevo Pentateuco –los cinco libros de la Torá atribuidos a Moisés- se tratara.

Los otros cuatro discursos son los siguientes: el misionero (9,36-11,1), el parabólico (13), el comunitario o eclesial (18) y el escatológico (24-25).

Este primero ocupa tres capítulos (5-7), constituye la “perla” del evangelio de Mateo y se abre con la proclamación de las bienaventuranzas.

Siempre de acuerdo con su proyecto, el autor presentará un escenario lleno de reminiscencias importantes para el pueblo judío, pues evoca la proclamación de la Ley de la alianza por parte de Moisés, tal como se narra en el Libro del Éxodo (19-24). Y eso ya desde el mismo inicio. Palabras tales como “gentío”, “montaña”, “maestro sentado que enseña”, “discípulos”… están haciendo referencia, en la intención de Mateo, a la constitución del “nuevo Israel”, sobre la base de la palabra de Jesús.

En ese sentido, podemos recibir las “Bienaventuranzas” como las actitudes características de esa novedad; la propuesta de un nuevo estilo, alternativo a la cultura dominante, que nace de una comprensión profunda de lo que somos. Por eso, no deben entenderse en clave “moral” –como si constituyeran una serie de mandamientos o exigencias-, sino en clave de “sabiduría”, como llamada a despertar y a crecer en aquella misma comprensión de la que hablaba.

Quien se expresa aquí es un hombre sabio, alguien que “ha visto” y, por eso mismo, puede ayudarnos a “ver”. Leídas en esta clave, nos será fácil percibir la verdad de su contenido y la vida que ofrecen.

Es sabido que, a diferencia de Lucas –que habla de situaciones: los que son pobres, los que sufren, los que lloran…-, Mateo se refiere a actitudes, es decir a modos de situarse ante la realidad. En el primer caso, se subraya que Jesús se pone del lado de quienes sufren, ofreciéndoles la cercanía de Dios y una promesa de salida de su situación dolorosa. En este segundo, se muestra un “modo de ver y de vivir” coherente con nuestra identidad más profunda, que constituye, por eso mismo, el camino de la dicha o bienaventuranza. No hay que olvidar que, en la mentalidad semita, las bienaventuranzas no son promesas de salvación para el futuro, sino proclamación de felicidad ya para el presente… Una felicidad a la que accedemos en la medida en que nos reconocemos en quienes realmente somos, saliendo de los engaños en los que nuestra mente (el ego) –debido a su visión estrecha- nos introduce con tanta facilidad.

Por eso, no sólo no es casual que la propuesta empiece hablando de los “pobres de espíritu”, sino que ahí se encierra la clave para comprender todo el conjunto. Sólo quien se percibe y vive de ese modo puede comprender y vivir todo lo que sigue. Más aún: el resto de las bienaventuranzas no son sino una descripción de quien es “pobre de espíritu”. ¿Qué se está indicando, pues, con esa expresión?

En la Biblia, los “pobres según el Espíritu” son los anawim, las personas que viven una actitud hecha a la vez de humildad, paciencia y mansedumbre: de hecho, aquel término bíblico designa tanto a los “pobres” como a los “mansos”. Son aquéllos que se dejan hacer por el Espíritu; tienen cosas, pero no las poseen, no las agarran como suyas, no se las apropian. Eso es lo que les permite tener el corazón “des-ocupado”, y eso es lo que hace posible que Dios pueda “reinar” en ellos.

Al tratarse de una actitud, se está indicando que es una opción: “pobres de espíritu” son –en la acertada traducción de Juan Mateos- “los que eligen ser pobres”.

De modo que la bienaventuranza podría quedar formulada así: “Felices los que eligen ser pobres, porque sobre ellos Dios puede ejercer su reinado”. Es decir, dejan que Dios actúe en ellos, convirtiéndose así en “cauce” a través del cual Dios, el Misterio de Vida y de Amor, se manifiesta y fluye.

Pero esa forma de vida no puede nacer del voluntarismo, sino de la comprensión adecuada de quienes somos. Y es ahí justamente adonde apunta esta bienaventurzanza básica. Elegimos ser pobres cuando conocemos nuestra identidad. Veámoslo más despacio.

“Pobre de espíritu” es aquél que no se identifica con ninguna “forma”, sea material o mental. No se identifica, por tanto, con su yo (una forma más). Por el contrario, vive la desapropiación, porque ha comprendido que su verdadera identidad está “más allá de cualquier forma”.

Es precisamente esa comprensión la que le hace vivirse desapropiado, libre y pleno. No se identifica con el yo ni con sus vaivenes, no está a merced de lo que pueda o no ocurrir, no se afana en la persecución de “formas” en las que creería encontrar la felicidad, no gira en torno a sí mismo de un modo egocentrado…

Ve las formas como lo que en realidad son: objetos. Los pensamientos, sentimientos y emociones los percibe también como formas pasajeras,que aparecen y desaparecen en el campo de la conciencia. El propio “yo” es otra forma más, con la misma volatilidad e impermanencia que las anteriores.

La bienaventuranza viene a decirnos que quien vive identificado con esas formas no podrá experimentar lo que es el “reino de los cielos”. Y eso no por un castigo divino, sino porque el “reino del yo” y el de “los cielos” se excluyen entre sí.

¿Qué es el “reino de los cielos”? En el contexto en el que venimos hablando, bien podríamos traducir esa expresión –central en el mensaje de Jesús, y dotada de múltiples significados convergentes, según las perspectivas que adoptemos: individual, social, espiritual…- por Plenitud. Una plenitud que incluye Vida, Alegría, Amor, Paz, Unidad… y que se experimenta únicamente en el presente; o mejor aún, cuando descubrimos que somos Presencia.

Esa es la plenitud que vive el “pobre de espíritu”. Porque, desidentificado de su yo, viviendo en el presente, se percibe a sí mismo como Presencia. Del mismo modo que el presente no es un tiempo más, entre los imaginarios pasado y futuro, sino el Espacio en el que todo ocurre, la Presencia no es algo que pueda ser pensado o delimitado, sino la Conciencia que es –y somos, como nuestra identidad más honda-.

Leído en clave religiosa, los “pobres de espíritu” han vivido “pegados” a Dios, en quien han encontrado el Descanso que se ha traducido en una vida siempre confiada. Su experiencia de unidad con Dios es la que les permitió desidentificarse de su yo.

Leído hoy en una clave más ampliamente espiritual, los “pobres de espíritu” son quienes se saben, se comprenden y se viven constituidos por el Misterio inefable que las religiones han llamado “Dios”. Anclados en esa Identidad compartida –somos diferentes pero somos Lo mismo-, se experimentan como la Presencia atemporal e ilimitada, ecuánime y amorosa; han caído en la cuenta de que no tienen una vida a la que aferrarse o defender, sino que son la Vida que se expresa en una forma concreta; se descubren así viviendo ya en el “reino de los cielos”, como el propio Jesús.

(A quien le interese releer las bienaventuranzas en esta clave, puedo sugerirle el capítulo que escribí en el libro: Recuperar a Jesús. Una mirada transpersonal, Desclée de Brouwer, 2010, pp. 45-97: “Las Bienaventuranzas: mensaje de sabiduría y llamada a despertar”).

Enrique Martinez

viernes, 21 de enero de 2011

OPTIMISMO Y PESIMISMO


La principal diferencia

entre el optimismo y el pesimismo
descansa en el concepto de memoria.

El pesimista recuerda con toda claridad
los daños y fracasos del ayer,
más no puede evocar
las abundantes posibilidades
de un mañana nuevo.

En cambio, el optimista
ya tiene grabado en la memoria
un futuro lleno de esperanza.


*Charles Jinks

lunes, 17 de enero de 2011

CINE DE TEMATICA ESPIRITUAL

Des-hommes-et-des-dieux Cartel
El estreno de "De dioses y hombres" de Xavier Beauvois he permitido a los críticos reconocer e progresivo aumento en la cartelera del cine espiritual. La revista "Cahiers du Cinema" en la edición de España dedica la portada a esta película y varios artículos a este fenómeno. Así Ángel Quintana resalta que "los monjes de Tibhirine, en esta película, no pueden transformar la situación de un mundo alterado por el fanatismo. Su sacrificio es un acto de bondad y de coherencia. Beauvois, como Rosellini, no establece ninguna demostración, se limita a filmar la coherencia de los gestos de unos seres que creen en un más allá situado al margen de la Historia. Su decisión no necesita tener ninguna dimensión heroica para convertirse en ejemplar. Su fuerza es también la de la humildad". En una dirección semejante señala José Enrique Morente: "Las virtudes de De dioses y hombres no radican tanto en el valor histórico como en su equilibrio entre la base auténtica de su relato y la capacidad de abstracción que nos permite reflexionar, pero también conmovernos ante la vicisitud de unos hombres indudablemente buenos". En una entrevista a Xavier Beauvois el cineasta francés comenta refiriéndose a los monjes protagonistas de su película: "son hombres que no están en la esfera del compromiso ni de la tradición. Hombres libres, monjes con un par de cojones". Extraña y sorprendente ciertamente esta forma de referirse a la fe que ha sabido plasmar en sus imágenes.
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El fenómeno apunta en una dirección claramente cultural. Lo espiritual y religioso emerge de forma nueva, constante y creciente en la búsqueda de los seres humanos. No se trata de excepciones. Se trata de un hecho que viene dejando señales desde hace tiempo para aquellos, que sin ser cegados por una imposición ideológica, reconocen estos brotes donde lo religioso se convierte en argumento trasversal de cinematografía diversas geográfica y culturalmente.

En un artículo de Pedro Vallín para La Vanguardia (16 enero 2010) se apunta que "el caso es que la progresiva secularización social y el abandono paulatino de los hábitos religiosos no han hecho desaparecer el asunto de la relación del hombre con la trascendencia como excusa para la ficción cinematográfica" Y apunta, además del citado estreno, los ya realizados de Uncle Bonmmee recuerda sus vidas pasadas de Apichatpong Weerasethakul, The Way de Emilio Estévez y la reciente Cartas al padre Jacob de Klaus Häro y el próximo estreno de Thérèse con casi veinticinco años de retraso. Concluye diciendo que "En este principio de siglo perviven interrogantes en el espectador que rebasan las posibilidades de la ciencia de otorgar certezas, y las inquietudes respecto de la muerte y sus significados siguen alimentando los cines, por más que los templos anden vacíos".
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Lo interesante de estas aportaciones es que realizan un acuse de recibo en este caso ineludible viendo la cartelera. El cine espiritual tiene un público fiel que busca reflexión, testimonio narrativo y sentido profundo. Las historias y las imágenes que trata sobre la experiencia religiosa se multiplican. Los directores y guionistas acuden a las tradiciones religiosas en sus contenidos, personajes y símbolos. La pregunta y la posible presencia de Dios, el Invisible, se muestra natural e inmediatamente.

Propiamente entre nosotros ha entrado poco este fenómeno que es masivo en el cine mundial
. Algunas propuestas experimentales y originales como las de Albert Serra, recordermos "El cant dels ocells"(2008) o dentro de un cine más comercial el tratamiento de lo religioso como instancia ética y de sentido se apunta en "También la lluvia" (2011) de Icíar Bollaín. Sin embargo, la tendencia comienza a apuntarse.

La noticia es, pues, que se consolida el cine espiritual como espacio de diálogo entre la fe y la cultura. Que la vieja búsqueda de Dios se plasma hoy en nuevas historias audiovisuales que suponen una salida a una necesidad a la que la ciencia ni mayoritariamente la filosofía parece darse por aludida. Hay un deseo profundo que brota primero planteando interrogantes y más adelante buscando respuestas. A este momento hay que estar atentos. Por donde menos se espera la gracia escondida muestra sus brotes. No perdamos la ocasión de acompañarlos para verlos crecer.

jueves, 13 de enero de 2011

LA CARRERA DE SAPOS


Era una vez una carrera de sapos. El objetivo era llegar a lo alto de una gran torre. Había en el lugar una gran multitud. Mucha gente para vibrar y gritar por ellos.


Comenzó la competencia. Pero como la multitud no creía que pudieran alcanzar la cima de aquella torre, lo que más se escuchaba era

"Qué pena !!!
Esos sapos no lo van a conseguir
...no lo van a conseguir..."

Los sapitos comenzaron a desistir. Pero había uno que persistía y continuaba subiendo en busca de la cima

La multitud continuaba gritando:

"... Qué pena !!! Ustedes no lo van a conseguir!..."

Y los sapitos estaban dándose por vencidos salvo por aquel sapito que seguía y seguía tranquilo y ahora cada vez más con más fuerza.

Ya llegando el final de la competición todos desistieron, menos ese sapito que curiosamente, en contra de todos, seguía y pudo.llegar a la cima con todo su esfuerzo.

Los otros querían saber qué le había pasado. Un sapito le fue a preguntar cómo el había conseguido concluir la prueba.

Y descubrieron que...

¡era sordo!

...No permitas que personas con pésimos hábitos de ser negativos derrumben las mejores y más sabias esperanzas de tu corazón!
Recuerda siempre: el poder que tienen las palabras que escuchas o veas. Por lo tanto, preocúpate siempre de ser ¡POSITIVO !
Sé siempre "sordo" cuando alguien te dice que no puedes realizar tus sueños.

martes, 4 de enero de 2011

COMO PAJARO SOLITARIO

En “Dichos de luz y amor”, San Juan de la Cruz nos habla de las condiciones que debe reunir el ave que llama “pájaro solitario”, y que es el modo de referirse a la actitud del místico en la vida.
“Las condiciones del pájaro solitario son cinco. Primero, vuela más alto; segundo, no admite compañía aunque sea de su misma naturaleza; te...rcero, abre el pico al aire; cuarto, no tiene determinado color; quinto, canta suavemente.”

lunes, 3 de enero de 2011