miércoles, 26 de diciembre de 2012

UNA GOTA HACE LA DIFERENCIA




Había un incendio en un gran bosque de bambú. Se habían formado unas llamaradas impresionantes, de una altura extraordinaria.
Una pequeña ave, muy pequeñita, fue al río, mojó sus alas y regresó sobre el gran incendio, y las empezó a agitar para apagarlo; y volvía a regresar y volvía a ir una y otra vez.
Los dioses que la observaban, sorprendidos la mandaron a llamar y le dijeron:
- Oye, ¿Por qué estás haciendo eso? ¿Cómo es posible? ¿Cómo crees que con esas gotitas de agua puedas tú apagar un incendio de tales dimensiones? Date cuenta: No lo vas a lograr.
Y el ave humildemente contestó:
- El bosque me ha dado tanto, le amo tanto… Yo nací en él, este bosque me ha enseñado la naturaleza. Este bosque me ha dado todo lo que soy. Este bosque es mi origen y mi hogar, y me voy a morir lanzando gotitas de amor, aunque no lo pueda apagar.
Los dioses entendieron lo que hacía la pequeña ave y le ayudaron a apagar el incendio.

Cada gotita de agua apacigua un incendio. Para cada acción que emprendamos con amor y entusiasmo, su reflejo será un mejor mañana. No subestimes las gotas, porque millones de ellas forman un océano.  Todo acto que realizamos con amor, regresa a nosotros… multiplicado.

lunes, 17 de diciembre de 2012


 A TODOS LOS VISITANTES DE ESTE BLOG
OS DESEO
QUE EL AMOR, LA PAZ Y LA ALEGRIA 
REINEN EN VUESTROS CORAZONES
EN ESTAS NAVIDADES 
Y SIEMPRE

jueves, 13 de diciembre de 2012

CUENTO CON MORALEJA. SEGURO QUE OS GUSTA.






En el vientre de una mujer embarazada se encontraban dos bebés. Uno pregunta al otro:
- ¿Tu crees en la vida después del parto?
- Claro que si. Algo debe existir después del parto. Tal vez estemos aquí porque necesitamos prepararnos para lo que seremos más tarde.

- ¡¡Tonterías!! No hay vida después del parto. ¿Como sería esa vida?.
- No lo sé pero seguramente... habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y nos alimentemos por la boca.
- ¡¡Eso es absurdo!! Caminar es imposible. ¿Comer por la boca? ¡eso es ridículo! el cordón umbilical es por donde nos alimentamos. Yo te digo una cosa: la vida después del parto está excluida. El cordón umbilical es demasiado corto.
- Pues yo creo que debe haber algo. Y tal vez sea sólo un poco distinto a lo que estamos acostumbrados a tener aquí.
- Pero nadie ha vuelto nunca del más allá, después del parto. El parto es el final de nuestra vida. Y a fin de cuentas la vida no es más que una angustiosa existencia en la oscuridad que no lleva a nada.
- Bueno, yo no sé exactamente como será después del parto, pero seguro que veremos a mamá y ella nos cuidará.
- ¿Mamá? ¿Tu crees en mamá? ¿Y dónde crees tú que está ella?.
- ¿Donde? ¡En todo nuestro alrededor! En ella y a través de ella es como vivimos. Sin ella todo este mundo no existiría.
- ¡Pues yo no me lo creo! Nunca he visto a mamá, por lo tanto, es lógico que no exista.
- Bueno, pero a veces, cuando estamos en silencio, tu puedes oírla cantando o sentir cómo acaricia nuestro mundo. ¿Sabes?... Yo pienso que hay una vida real que nos espera y que ahora solamente estamos preparándonos para ella...

miércoles, 12 de diciembre de 2012

FIDELIDAD




Un matrimonio bautizó con la palabra “Increíble” a su hijo, porque tenían la certeza que haría increíbles cosas a lo largo de su vida.
Lo cierto es que, lejano a aquel mandato familiar, Increíble tuvo una vida equilibrada y tranquila. Se casó y fue fiel a su esposa durante setenta años.
Los amigos le hacían todo tipo de bromas, porque su nombre no coincidía con su estilo de vida.
Justo antes de morir, Increíble le pidió a su esposa que no pusiera su nombre en la lápida, para evitar cualquier tipo de bromas.
Cuando murió, la mujer obedeció el pedido, y puso, humildemente: “Aquí yace un hombre que le fue fiel a su mujer durante setenta años”.
Cuando la gente pasaba por ese lugar del cementerio, leían la placa y decían: “¡Increíble!”

Texto del Evangelio (Mt 11,28-30):




En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

Comentario: P. Jacques Philippe (Cordes sur Ciel, Francia)

«Mi yugo es suave y mi carga ligera»

Hoy, Jesús nos conduce al reposo en Dios. Él es, ciertamente, un Padre exigente, porque nos ama y nos invita a darle todo, pero no es un verdugo. Cuando nos exige algo es para hacernos crecer en su amor. El único mandato es el de amar. Se puede sufrir por amor, pero también se puede gozar y descansar por amor…

La docilidad a Dios libera y ensancha el corazón. Por eso, Jesús, que nos invita a renunciar a nosotros mismos para tomar nuestra cruz y seguirle, nos dice: «Mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mt 11,30). Aunque en ocasiones nos cuesta obedecer la voluntad de Dios, cumplirla con amor acaba por llenarnos de gozo: «Haz que vaya por la senda de tus mandamientos, pues en ella me complazco» (Sal 119,35).

Me gustaría contar un hecho. A veces, cuando después de un día bastante agotador me voy a dormir, percibo una ligera sensación interior que me dice: —¿No entrarías un momento en la capilla para hacerme compañía? Tras algunos instantes de desconcierto y resistencia, termino por consentir y pasar unos momentos con Jesús. Después, me voy a dormir en paz y tan contento, y al día siguiente no me despierto más cansado que de costumbre.

No obstante, a veces me sucede lo contrario. Ante un problema grave que me preocupa, me digo: —Esta noche rezaré durante una hora en la capilla para que se resuelva. Y al dirigirme a dicha capilla, una voz me dice en el fondo de mi corazón: —¿Sabes?, me complacería más que te fueras a acostar inmediatamente y confiaras en mí; yo me ocupo de tu problema. Y recordando mi feliz condición de "servidor inútil", me voy a dormir en paz, abandonando todo en las manos del Señor…

Todo ello viene a decir que la voluntad de Dios está donde existe el máximo amor, pero no forzosamente donde esté el máximo sufrimiento… ¡Hay más amor en descansar gracias a la confianza que en angustiarse por la inquietud!