lunes, 11 de enero de 2010

EL REINO DE DIOS ESTA CERCA


Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo:
"El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Convertios y creed en la Buena Noticia".
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores.
Jesús les dijo: "Seguidme, y yo os haré pescadores de hombres".
Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó,
y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.

: Mc 1,14-20

Leer el comentario del Evangelio por
Cardenal Joseph Ratzinger [Papa Benedicto XVI]
Vom Sinn des Christseins

«Está cerca el Reino de Dios»

Nos conviene preguntarnos cuál fue el mensaje real de Cristo: ¿qué es lo que anunció exactamente, qué es lo que ha traído a los hombres? Nos acordaremos que san Marcos resume el mensaje de Cristo en una sola frase: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: ¡Convertíos y creed la Buena Noticia!» «Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios». Detrás de esta frase es preciso descubrir toda la historia de Israel, este pequeño pueblo, juguete de los grandes poderosos de la tierra. Por decirlo de alguna manera había experimentado, uno tras otro, el poder de los imperios que se habían ido sucediendo en este sector de la historia; sabía hasta qué punto todo poder humano, incluido el suyo, era incapaz de proporcionarle la salvación; sabía demasiado bien que todo poder humano actúa de modo humano, es decir, demasiadas veces de manera mediocre y discutible. En medio de esta experiencia de una historia llena de decepciones, sujeciones e injusticias Israel había ardientemente aspirado a ser un reino cuyo rey ya no sería un hombre sino Dios mismo, el verdadero Amo del mundo y de la historia. Tan sólo un Reino perteneciente a este Señor, que es la Verdad y la Justicia, era capaz de traer a los hombres la salvación y el derecho. Ahora pues, el Señor viene a dar respuesta a esta espera secular proclamando: ahora se ha cumplido el plazo, ahora ha llegado el Reino de Dios... La teología cristiana, dándose, muy pronto, cuenta del hiato existente entre esta espera y su realización, al correr de los años llega a transformar el Reino de Dios en un reino del cielo situado en el más allá. La salvación de los hombres acaba situándose en la salvación de las almas, la cual, también ella, se realizará en el más allá, después de la muerte. Pero la respuesta esperada no está ahí. Porque la grandeza del mensaje de Cristo consiste precisamente en conocer que él no habló tan sólo de las almas y del más allá, sino que se dirigió al hombre todo entero, con su corporalidad, su inserción en la historia y en la comunidad humana, y que prometió el Reino de Dios al hombre de carne y hueso que vive entre los demás hombres comprometidos en esta misma historia.

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