miércoles, 8 de octubre de 2008

SIN DIOS O CON DIOS. SIN RESURRECCION O CON RESURRECCION


Ciertamente esa es la realidad. Es la disyunción de nuestra vida: sin Dios o con Dios. Y en esta misma radicalidad, sin Cristo o con Cristo. ¿Cómo sabríamos que Dios nos ama, y cómo nos ama, sin Cristo? Y por tanto sin resurrección o con resurrección. Porque si Cristo no resucitó nuestra fe es vana. El sentido de la vida es el problema fundamental ¿De qué os sirve fabricar la vida misma si habéis perdido el sentido de la vida? dice Bernanos en El diario de un cura rural. Y en esa misma novela acaba con la famosa frase del cura que muere: todo es gracia. Esperanza, sí. Pero esperanza cristiana, no bobalicona convicción de que la batalla se ganará sin esfuerzo. Es como la gota de agua que se pone, en el ofertorio, en el vino del cáliz. Pues la esperanza en la victoria no ahorra los penosos encuentros, los continuados choques, la permanente actitud alerta.Yo creo que hay muchas personas que nos rodean, que sencillamente se mueren de sed, sobre todo jóvenes, y pretenden saciarla con soluciones que les agudizan más su angustia. Si nos ponemos frente a ellos y preguntamos por su vida, por su sentido, por su valor ¿qué nos contestan? Sin Dios la vida es un sin sentido continuo y terrible drama. Pobre ser humano, por ejemplo el de Kafka, que busca siempre habitar en aldeas en las que no “se cuenta con él”, en las que siempre está demás. Son imágenes sombrías y angustiosas de la perdición del hombre sin esperanza, sin fe, sin confianza. No encuentra acceso al Castillo al que necesita ir a pesar de los desesperados esfuerzos que hace. No hay posibilidad de comunicación, los caminos que conducen están obstruidos, no se puede llegar a los empleados para obtener un salvoconducto. Los teléfonos están también desconectados, además una respuesta no solucionaría nada ¿Qué credulidad se le podría otorgar? Pobre ser humano que no tiene derecho a la “ciudadanía”, que realmente le importa, le salva, le plenifica, de hijo de Dios, de heredero de su gloria. En los momentos trascendentales de búsqueda se duerme y durante el sueño, muere. La salvación ha llegado demasiado tarde. O el hombre envuelto en un proceso inacabable, en el que nadie sabe decirle nada, pero existe un proceso en su contra. Esas posturas que hacen del hombre un extranjero, un infierno, un absurdo, están todas cimentadas sobre nuestro anhelo de infinito, sobre la base de nuestros interrogantes más profundos. Parece que estamos en un momento de “técnicas de liberación” en el que cada uno inventa el mundo a su manera., y tiene una más o menos personal escala de valores, y una más o menos, también, redención. Para muchos “aventura” parece ser la palabra mágica. La pena es no “aventurarnos” en lo que realmente es nuestra gran y única aventura: por qué y para qué hemos nacido., De otra manera la libertad queda vacía, sin sentido. y viene la depresión, el enojo, la angustia. Como advierte Pascal, sin Dios se vive sin estar presente verdaderamente en la vida. Es muy sabido que somos “libres de”… “para” algo. En momentos buenos de reflexión sobre la vida, a los chicos les suele sacudir la idea de Viktor Frankl, de que frente a la estatua de la libertad en New York, para estar completa, debería estar la estatua de la responsabilidad.El hecho de la Resurrección de Cristo nos transmite una realidad infinitamente mayor que todos los símbolos, y es la gran respuesta a todo pregunta. El que la vive, siente una profunda alegría. A partir de ella no se puede vivir a medias. La Resurrección es la Luz y cada uno de nosotros, los cristianos, tenemos que irradiarla, haciendo partícipes a todos de la alegría de la Resurrección por medio de nuestro paradigma de vida. Realmente existe una única verdad, “la gran verdad de la fe”, la sinceridad de la fe, la sinceridad con que se profesa, con que se vive. Esta es la clave de bóveda de la basílica y el nudo de todos los seres. Dios da a los problemas una respuesta, y a todo una significación. El amor de Dios agranda nuestro corazón y le abre capacidades infinitas. Este amor no suprime ninguna otra relación legítima; todo lo contrario, le confiere fidelidad y mayor intensidad. La naturaleza está llena de signos a través de los cuales se lee a Dios. No podemos dejarnos invadir por los materialismos y credos científicos. Cristo, hombre-Dios, esa es la clave de bóveda que todos los hombres en nuestra autoconciencia venimos buscando. En El está la grandeza de nuestro destino. Lo que se propone a nuestra libertad es el camino para realizarnos en la sencillez de nuestra vida diaria, en el trabajo de casa, en la familia, en la empresa, en la oficina, en el hospital, en la actividad que sea nuestro medio de vida, cada momento es un momento eterno. En este caminar vamos conociendo cada vez más, en su verdadera dimensión, los hombres de la tierra y la tierra de los hombres. La ciencia es una apertura a nuevas conquistas, pero no es la clave de bóveda, es un instrumento fabricado por nosotros mismos, a nuestro servicio. Estamos convirtiendo lo que llamamos “el progreso” en servidumbre; al hombre en esclavo de la utilidad, de la rapidez.; como son los pasajeros del tren que contempla asombrado el Principito. Necesitamos identificar verdad y vida, y esto solo puede darse en Cristo, camino, verdad y vida, Dios hecho hombre, que nos muestra a un Dios personal que es Amor.
Carmen Pérez Rodríguez

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