martes, 9 de junio de 2009

EL PANTOCRATOR COMO SIMBOLO DE LA REVELACION DE DIOS Y DE LA REGENERACION DEL HOMBRE


En la primera representación del tetramorfos cristiano conocida, que se remonta al ano 420, aparecen en un Evangeliario como portada los cuatro Vivientes sostenidos en pie sobre una rueda alada. En la contraportada se representa al Agnus Dei que simboliza la revelación efectuada por la apertura y lectura de los cuatro libros del Nuevo Testamento, es decir que el Cordero es una imagen del centro escondido por los cuatro Vivientes en la portada, que lo velan.
Efectivamente, en representaciones posteriores aparece el Cordero de Dios rodeado por los Vivientes, así como en épocas más primitivas se representaba la cruz rodeada de cuatro puntos, uno en cada cuadrante, símbolo también del Centro del mundo y de los cuatro elementos, que más tarde fueron desarrollándose en la representación tetramórfica.
En la misma época aparecen en el centro manos de Dios en actitud de bendecir, ya como prefiguración del Cristo sedente que bendice en los típicos Pantocrátors de portadas y baldaquines de las iglesias románicas posteriores. Este Cristo Pantocrátor acostumbra a llevar en sus rodillas el Liber Mundi con las inscripciones evangélicas : "Ego sum Via, Ventas, Vita" o bien "Ego sum Lux Mundi". En otros casos, ya más tardíos aparece con el orbe universal rematado por la cruz, imagen del Todo.
Esta apertura paulatina del centro escondido en el tetramorfos a través de las representaciones ideadas en diferentes épocas comporta en sí misma una revelación del Centro, que termina en el románico final con la representación de la Virgen Kyryotisa con el Niño en brazos, siendo este finalmente-Jesús- el Camino, la Verdad, la Vida y la Luz del Mundo, como última representación del Libro de la Vida y de la divinidad encarnada en el hombre. Esta representación del Centro del Mundo ha sido a veces expresada e interpretada como el Cristo-Sol rodeado de los trabajos del año, siendo El mismo el Año perfecto o Gran Día, imagen del Juicio. Se ha rodeado, como en el caso del tapiz de la creación de Gerona o los frescos de la cripta de la Colegiata de San Isidoro de León, de los trabajos de la creación, que son los mismos que Dios realiza en el hombre para su regeneración, y los que el alquimista debe realizar para cumplir la Obra mineral.
Este es el llamado Cristo Cronocrátor, paralelo al Pantocrátor que representa la totalidad del universo espiritual o Pleroma, como Imago Mundi.
Su figura es en sí misma la representación del Rey del Mundo o Eje unificador del Cielo y la Tierra, recibiendo los dones de lo alto y distribuyéndolos hacia abajo como verdadero Creador del universo y del hombre. Asimismo es el receptor de las almas puras en su ascensión hacia el Cielo. Representa al Rey-Sacerdote, identificado con Cristo, que une en el las dos castas en su condición de Pontífice, y es en este sentido que se coloca en la puerta, pues El es una puerta Y un puente para acceder a la Vida celestial y dispensar las bendiciones de arriba.
El trono es el lugar en el que su Presencia se manifiesta al hombre, y adquiere así el mismo valor simbólico que la Montaña Santa o el Paraiso Terrestre. Es en el Paraiso Terrestre donde el hombre recibe la manifestación de la Gloria de Dios , expresada en las Santas Escrituras por las Visiones de Ezequiel,í5~1~5, Y Juan.
El Pantocrátor comporta en si mismo la representación del Dios externo al hombre, y del Dios escondido en el hombre como imagen y semejanza del primero, cuya unión Posibilita la manifestación del Unico Dios.Es esta la semilla divina escondida en el hombre. Ello nos explica perfectamente el hecho de que en los Pantocrátor románicos se incluya una mandorla ( almendra) rodeando el Centro, puesto que la semilla de la regeneración, según la tradición hebraica reside en un pequeño hueso ( el hueso sacro) llamado Lutz, que significa en hebreo almendra, único lugar indestructible en el hombre, cuyo meollo debe elevarse hasta el corazón, lugar en el que se une el Cielo y la Tierra como imagen del Centro.
Y ya que hablamos de la tradición hebrea, recordemos los Pasajes bíblicos del Antiguo Testamento en los que se expresa esta Visión de Dios.
En primer lugar la Visión del Carro de Yaveh en Ez:.l,4~28, en la que se presentan los cuatro Vivientes rodeados de fuego sobre un arco iris, Y un conjunto de ruedas entrelazadas que se mueven con ellos. Por encima hay un trono como el zafiro y una figura humana. Entre los Vivientes se ven brasas de fuego en el centro. En el caso de Isaías:.6,l~7, también se presenta al Señor en su trono rodeado de Serafines ( ángeles ardientes) que cantan su Gloria.
En ambos casos se aparece el Señor al Profeta para enviarlo a exhortar al pueblo, y se le da de comer en un caso el Libro Y en otro las brasas con las que se le tocan los labios, hechos ambos que representan el fin de la regeneración del hombre, es decir la recepción del don de la Palabra profética O Verbo de Dios.
El caso de Juan en el Apocalipsis es parecido a estos dos, y también come del Libro que le entrega un ángel.
En todos los casos pues, la recepción de la Palabra es a través del Centro del centro, representado en las Escrituras por las brasas o el Libro, y en la iconografía por el Libro, el Cordero o Jesús.
Sin embargo antes de llegar a esta recepción del Verbo divino, se manifiesta la Gloria de Dios a través de su nombre de cuatro letras, cada una de las cuales se asimila tradicionalmente a uno de los Vivientes y a un grado en el proceso de la regeneración del hombre hasta llegar a esta recepción de la Palabra. Una de las explicaciones del camino de regeneración que ello nos propone podría ser esta:
El Viviente-Hombre se relaciona con la letra iod del Nombre divino y representa la implantación en el hombre de la semilla del fuego o Amor de Dios. Este es el inicio, Y se relaciona con el Arcángel Miguel.
El Viviente-León, imagen de Uriel, es este fuego en potencia que realiza la primera purificación por la acción del cielo. Es la llamada primera Bendición y se relaciona con la letra He que aparece en primer lugar de las dos del Nombre divino.
El Viviente-Toro, como imagen del Angel Gabriel, es la fuerza masculina de Dios que realiza la fecundación celeste del hombre purificado por el fuego, a imagen de la Encarnación del Espíritu en María en la Anunciación. Es la letra Vav del Nombre divino y representa la penetración del Espíritu en el corazón del hombre. Finalmente, el Viviente~Aguila es la segunda letra He del Nombre Santo y produce la segunda bendición purificante que da lugar a la apertura del sentido y al inicio de la Presencia del Señor como compañero real. Esto lo expresa la Escritura en el Libro de Tobías, donde Rafael es el compañero de viaje de Tobias y quien le procura la buena medicina para curar la visión de su padre.
Esta reanimación de los sentidos del hombre procura la visión de Dios y posibilita la recepción de la Palabra en el ágape del Libro de la Vida.
Así pues, este Tetramorfos de Vivientes que conforman el Nombre impronunciable son en sí mismos la Revelación divina y la causa del proceso regenerativo del hombre, hasta llegar al nacimiento del Salvador y la recepción del don de profecía por la acción del Centro, del Espíritu.
Esta manifestación de la divinidad y revelación del Santo Nombre, no solo está expresada en las Sagradas Escrituras de los Profetas y el Apocalipsis de Juan, si no que los cabalistas medievales que también la recibieron supieron expresarlo en el bello modelo del Arbol de la Vida, que explicita de otro modo la misma realidad representada por el Pantocrátor románico.
El Arbol de la Vida cabalístico es una forma simple de explicar la complejidad del universo y una forma compleja de explicar la simplicidad del hombre y de Dios.
En él podemos observar el centro, el Sephirah Tiphaeret, imagen de la belleza de Dios o Cristo-Sol, rodeado de cuatro Sephiroth: Gracia , Justicia, Victória y Glória, que representan los cuatro Vivientes, asentados sobre Yesod , el Fundamento y el misterio del Arbol, que en el caso del Tetramorfos corresponde al Trono, símbolo de la Tierra celeste o Paraiso, lugar en el que se produce la manifestación.
El último Sephirah, correspondiente al Mundo de la Acción, Malkuth, es lo que en el Pantocrátor se representa por el Orbe crucífero o el Libro. Es Malkuth el compendio y resumen de todo el Arbol y lo que recibe el Profeta en su Revelación. Por encima de los siete Sephiroth inferiores, la Gran Triada Kether-Hokmah- Binah, imagen del Cielo superior o Empíreo.
Esta representación del Universo es una Imago Mundi completa en sí misma, al igual que los Pantocrátor románicos, y expresa la misma realidad enseñada a lo largo de las épocas por las distintas tradiciones: El Cuerpo-Espiritu Universal del Hombre regenerado por su unión a la divinidad.
Sin embargo estos modelos no son los únicos que nos representan tal realidad, pues en el Libro del Tarot aparece como final del proceso explicativo del camino de regeneración el Arcano XXI, el Mundo, que no es otra cosa sino la Gloria del Señor, en este caso expresada por su divina presencia Shekinah, rodeada tambien por
los cuatro Vivientes y la Mandorla correspondiente. Ella lleva en su mano izquierda una vara o cetro, símbolo del principio de Acción del Espíritu, y en su mano derecha un Frasco o un Espejo, imagen del principio pasivo que recibe la Acción del Espíritu como Rocío celeste en el caso del Frasco, o como Imagen y Semejanza en el caso del Espejo. Son la sustancia y la esencia reunidas en el Cuerpo-Espiritu de Dios
Dícese que el Tarot viene de Egipto, que es un libro compuesto por Toth, el principal dios de su panteón. Sea o no cierto, la verdad es que en Egipto precisamente existe una representación de este misterio concretizada en un gran bloque de piedra en medio del desierto. Nos referimos a la Esfinge de Guizeh, cuyo famoso secreto dice la Tradición que deberemos resolver ante ella en el último día. Este secreto es la posesión en uno mismo del propio secreto de la Esfinge, su esencia, es decir el Verbo encarnado en el hombre por una nueva dramatización del misterio de la Encarnación en María y el nacimiento de Jesús.
Tal revelación divina puede conocerse por la acción directa de Dios sobre el hombre puro, como en los casos citados de los Profetas, pero el método de transmisión tradicional es el horizontal, sea oral o escrito.
La tradición oral parece ser que se ha perdido, pues dicen que ya no existen verdaderos Maestros poseedores. Sin embargo las Sagradas Escrituras están ahí, y guardan en su intrior este misterio que espera ser desvelado.
San Ireneo hizo corresponder las imágenes de los Vivientes a los Espiritus reveladores de los cuatro Evangelios, y estos Espíritus Vivientes podemos decir que están de una forma inmanente dentro de la letra de las Escrituras, por guardar el Libro una identidad simbólica con el Centro del Centro, aquí en la tierra.
Así pues, el Libro Santo es un verdadero medio para la manifestación y la revelación de Dios, y es en sí mismo una Imago Mundi perfecta , que se revela al buscador atento y le ofrece la posibilidad de purificación y encarnación del Espíritu de Dios para su propia regeneración y la de aquellos a quienes el lo transmita por vía oral o escrita, como un nuevo Profeta de Dios.
Este es pues a nuestro parecer el verdadero misterio que se ha ido transmitiendo a través de los siglos y se ha representado en las diversas tradiciones mediante imágenes y modelos aparentemente diferentes pero esencialmente idénticos, hasta llegar en la época del florecimiento del arte cristiano a las bellas representaciones del Pantocrátor como símbolo de la Revelación de Dios y de la Regeneración del hombre.
Que El sea alabado.

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