lunes, 17 de noviembre de 2008

CINE:LA OLA


Totalitarismo afectivo
Esta impactante película del joven cineasta alemán Dennis Gansel, que en España sorprendió gratamente hace un par de años con Napola, ha supuesto un revulsivo en la sociedad alemana con La ola. El riesgo de caer en el totalitarismo -demuestra- es mucho mayor de lo que quisiéramos admitirBasada en un caso real, La ola (Die Welle) nos cuenta lo que sucede en un instituto, cuando durante una semana al profesor Rainer Wenger se le ocurre la idea de un experimento que explique a sus alumnos el funcionamiento de los Gobiernos totalitarios. Lo que comienza con una serie de ideas inocuas, como la disciplina y el sentimiento de pertenencia grupal, se convierte en un movimiento real: La ola. El origen real de esta sobrecogedora película está en el profesor Ron Jones, americano, que daba clases en un instituto público de Palo Alto, California, cuando, en la primavera de 1967, sustituyó los aburridos libros de texto por la experimentación de los propios alumnos. «Como docente, me interesaban mucho las simulaciones. Quería darle vida a ciertas ideas abstractas», recordaba en Alemania el mes pasado, con motivo del estreno del film. Al quinto día del experimento, Jones se vio obligado a ponerle punto final, pues se le escapaba de las manos. «Siempre me surgió esta pregunta de cómo surge el fascismo y cómo se lleva adelante. Entonces, me preguntaba, si se llevara a cabo un experimento como éste hoy, ¿cómo sería, y qué rol ocuparía yo en este experimento?; ¿me opondría?; ¿me sometería? Y la gran pregunta era: ¿cómo sería esto si sucediera en Alemania hoy en día?»Literariamente, el film cuenta con un guión del director y de Peter Thorwart, basándose en el relato corto del citado profesor Ron Jones y en la obra que Johnny Dawkins y Ron Birnbach escribieron a propósito, The Wave.El personaje más interesante es el de Tim, interpretado por Frederick Lau, y que encarna a un alumno que se siente muy poco querido en su casa. Su motivación principal es sentirse afectivamente acogido. Por eso le vemos regalar droga a sus compañeros de instituto, en vez de venderla, con el fin de caer bien, de sentirse apreciado. Por eso él va a recibir La ola como si se tratara de la anhelada respuesta al deseo de su corazón. Algo similar le va a ocurrir a Marco (Max Riemelt, Napola), que, ante la infidelidad entre sus padres, aspira, en sus palabras, a una experiencia de unidad, algo que La ola parece proporcionarle. También el profesor Wenger (Jürgen Vogel) experimenta sensaciones nuevas y gratificantes cuando se ve venerado y seguido incondicionalmente por un colectivo tan fiel. El contrapunto lo da Karo (Jennifer Ulrich), una chica educada en un ambiente familiar estable, excesivamente liberal, pero en el que se valora la libertad como clave del proceso educativo. Ella es la primera en detectar que el experimento es nocivo y alienante, y por ello se va a convertir en la enemiga excluida del grupo.El film plantea que el éxito del totalitarismo -sea fascista, nacionalista o socialista- no está en los valores ideológicos -que La ola no tiene-, sino en las necesidades afectivas y de sentido de cada persona. En una sociedad de pertenencias precarias, de falta de estímulos, de desorientación referencial, la pertenencia fuerte a un grupo carismáticamente guiado se convierte en un apetecible espejismo al que agarrarse como un clavo ardiendo. Así, grupo totalitario y secta son dos conceptos mucho más hermanados de lo que podría pensarse. Casos como ETA y la kale borroka son perfectamente explicables desde los planteamientos del film.

1 comentario:

campanilla dijo...

Si, estoy de acuerdo. Hace poco vi la pelicula, y la verdad, me gustó y me impactó muchisimo... hasta que punto la mente humana puede ser tan influenciable.
Un saludete