viernes, 4 de septiembre de 2009

LAS RELACIONES LIQUIDAS - O MUY POCO SÓLIDAS-.


Un simple repaso a las películas estrenadas en los últimos años basta para comprobar que las relaciones de pareja de toda la vida han dejado su sitio a otro tipo de relaciones, mucho menos objetivables y, sobre todo, muy pasajeras. Poco sólidas. El clásico conoces a una chica, te enamoras, sales con ella, te casas y formas una familia se ha convertido en una práctica propia de gente chapada a la antigua. El cine, una vez más, se nos revela como un privilegiado observatorio social

Son muchos los factores que han provocado esa desvirtuación de las relaciones de pareja, que algunos autores como el filósofo polaco Zygmunt Bauman definen como relaciones líquidas; esto es, pasajeras, superficiales, anecdóticas, irresponsables, intrascendentes... Prácticas como el sexting (envío de imágenes de desnudos de uno mismo vía teléfono móvil o Internet, normalmente ocultando el rostro), el speed dating (siete citas organizadas de siete minutos cada una para buscar afinidades con una pareja), el toothing (sexo anónimo vía móvil o bluetooth), o el uso de portales de Internet son hábitos cada vez más extendidos, y que ejemplifican diáfanamente esta liquidez -o mejor, liquidación- de las relaciones de pareja.


Quienes practican relaciones líquidas buscan un sexo sin consecuencias; mejor dicho, sin teleología, sin un fin que vaya más allá de la pura actividad fisiológica, hermética y sin significado, a-relacional. Esta mentalidad quedaba muy bien explicada en el comienzo de El último tango en París (Bertolucci, 1972), cuando el personaje de Marlon Brando le advierte a su esporádica y anónima amante de que nada de intercambiarse nombres o biografías: toda su relación sexual debía ser despersonalizada, sin rostro, con el fin de evitar la formación de vínculos que despierten sentimientos de responsabilidad hacia el otro o hacia uno mismo.La película de Bertolucci, uno de los mayores defensores de las propuestas ideológicas del 68, se adelantó a su tiempo, en el sentido de que la mayoría de los espectadores percibieron la película como una historia trágica, muy en el límite de la experiencia común.


Hoy en día, ya no es así. El sexo anónimo es algo propio del tipo de relación que domina las costumbres de personas de muy diferentes generaciones. Una versión moderna de aquel film es Intimidad (Patrice Chereau, 2000), basada en la novela homónima de Kureishi, que cuenta la relación de dos personas que sólo se conocen a través del sexo, por medio de citas semanales en las que ni siquiera se hablan.El film francés Pintar o hacer el amor (A. Larrieu y J.-M. Larrieu, 2006), que protagoniza nuestro Sergi López, nos muestra a personas de unos cuarenta años que deciden experimentar con cambios de pareja. Cinco veces dos (F. Ozon, 2004) propone unas relaciones basadas en algo tan difuso como una mera atracción epidérmica.

La taquillera española Mentiras y gordas lleva todo esto al terreno de los jóvenes y adolescentes. La catalana En la ciudad (Cesc Gay, 2003) describe perfectamente la realidad de las relaciones líquidas y sus factores, demostrando cómo a la inconsistencia de las relaciones en sí, se asocia siempre una clamorosa soledad y una profunda insinceridad. La reciente Buscando un beso a medianoche (Alex Holdridge, 2008) nos narra cómo Wilson deja un mensaje en Internet con la idea de encontrar una mujer con quien pasar el último día del año. No busca el amor, la mujer de su vida o un encuentro verdadero. Busca una noche de sexo.

Por su parte, Jonás y Lila (Alain Tanner, 1999) ilustra el insoportable peso de la cultura light, donde todo es banal, contingente, voladizo, inconsistente y fugaz. Jonás, el protagonista, afirma: «Vosotros tuvisteis los grandes ideales y os los cargasteis. A nosotros no nos habéis dejado nada. Ahora lo que cuenta es disfrutar a secas. La clave del misterio no hay que buscarla en las religiones, ni en el esfuerzo científico, sino en la entrepierna de una mujer».

Sobre el speed dating se ha estrenado este año una película hispano-argentina llamada 7 minutos (Daniela Féjerman 2009). El argumento parte de una experiencia real, inspirada en las redes de contactos de match.com. Esta empresa organiza citas de 7 minutos para hombres y mujeres que buscan pareja. Después en su casa, a través de una web, señalan cuál ha sido su interlocutor preferido, y si coincide con la elección que ha hecho el otro, la empresa les pone en contacto. La película, con guión de la actual ministra de Cultura, empieza bien, de forma humana y creíble, pero luego no se atreve a ser sincera hasta el final y sucumbe a los tópicos más desgastados.

Juan Orellana

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