"...yo afirmo que nosotros no inventamos el sentido de nuestra vida, nosotros lo descubrimos".

Viktor Frankl

1. Hay quienes gustan de hablar sobre el sentido de la vida. Algunos se preguntan angustiosamente sobre el sentido de su vida. Los primeros no suelen tener necesidad de ninguna respuesta, pues, en el fondo, para ellos su vida ya tiene sentido, un sentido tomado del entorno en el que vive, sea bajo la forma de tradición o de mentalidad vigente. Para los segundos, la pregunta nace ya de un suceso que no encaja en lo habitual de sus vidas, que las niega ya del hastío y el aburrimiento que produce una actividad inconexa.

2. Buscar el sentido de algo, dicho sea en general, es buscar aquello a partir de lo cual ese algo resulta comprensible. El sentido es el fondo que hace que aquello que sucede resulte asumible y plenamente racional. Ese fondo da sentido a las cosas y hace que ellas tengan sentido, aunque no sean el sentido.

3. Por ejemplo, puede haber alguien para el que acumular dinero tenga todo el sentido del mundo, sea su anhelo más intenso, el que da unidad a todas sus acciones. Atribuye al dinero el poder de satisfacer cualquier deseo y resolver todos los problemas. Para él el mundo es algo a su disposición que sólo requiere del instrumento adecuado para hacerse con él. Tal vez algunos consideremos equivocada esa orientación, y tal vez el mundo se encargará de hacerle ver las limitaciones de esa visión, pero es desde ese fondo del mundo visto como un mercado en el que él es el único cliente que su vida resulta interpretable.

4. Todo anhelo y toda esperanza descansan sobre una concreta visión de la realidad, no como conclusión de ningún razonamiento, sino como inclusión. El anhelo lleva esa visión incluida. El anhelo, como el deseo o la esperanza, nace del encuentro con algo que saca a uno de sí. Algo real. Puede que sea una ilusión, pero en su momento es tomada como formalmente real. Y lo real no puede ser inventado; no puedo creer como real lo que yo he producido.

5. Sin anhelo o esperanza no hay experiencia de la realidad. La falta de anhelo es falta de realidad, de substancia; es incapacidad para trascenderse. De ahí el vacío que se genera. Este vacío es doble: vacío de realidad y, por falta de oposición, vacío de la propia subjetividad. El conflicto psicológico que genera es resultado de un conflicto noético.

6. Ese conflicto no puede ser resuelto especulativamente por uno solo. Se requiere de otro y salir al mundo. El olvido de uno mismo trae el recuerdo de la realidad otra, la presencia de todo aquello que es más que yo. Y es de ahí de donde puede surgir aquello que me atrae como misión, que me hace verme como destinado a algo que nadie más que yo puede hacer, aquello que, de no hacerlo yo, quedaría sin hacer. Y el mundo ya no sería igual.

7. Por principio, todo ser humano está destinado a una misión tal que solamente el puede hacer. Descubrirla y aceptarla es su reto.