El subastador pensó que perdía su tiempo
mostrando ese viejo violín estropeado y arañado, pero aún así, lo mostró.
- ¿Cuánto
ofrecen, buena gente? -gritó.
- ¿Quién
hará la primera oferta?
- ¡Un
dólar, un dólar!
- entonces...
- ¡Dos!
- ¿Sólo
dos? ¡Dos dólares! ¿Hay alguien que dé tres?
- ¡Tres!
- ¡Tres
dólares! ... a la una, tres dólares...a las dos...
Ya se iba a vender el violín por tres
dólares, pero en ese momento un hombre canoso se puso de pie, se acercó hasta
donde el subastador y tomó en sus manos el arco. Limpiando el polvo del viejo
violín armonizó sus cuerdas y tocó una melodía muy tierna. Al cesar la música
el subastador dijo, en voz muy baja y más bien para sí: “¿Cuánto daría yo por
tener este viejo violín?”. Y tomándolo
con más cariño lo volvió a levantar y gritó:
- ¡Cien
dólares! ¿Y quién da doscientos? ¡Doscientos! ¿Y quién da trescientos?
¡Trescientos! ¡Trescientos, a la una! ¡Trescientos a las dos! ¡Y trescientos a
las tres!
“Vendido en trescientos dólares”, exclamó.
Algunos lloraban y los demás aplaudían... “No podemos comprender” se decían,
¿Qué cambió su valor? Alguien dijo por allí que fue "El toque de la mano
de un maestro".
Muchas personas sienten que sus vidas están
fuera de tono. No saben cómo aprovechar todos los recursos y talentos que
disponen. No saben cómo convertir sus excusas en razones. No pueden ver las
oportunidades que existen dentro de las crisis. No le encuentran sentido a lo
que hacen. No saben cómo ponerse en acción... y a similitud del viejo violín se
"subastan baratamente" a la multitud siguiendo el viaje de la vida
como un juego que no requiere pensar.
Pero un día, cuando están preparados, el maestro aparece. La gente no
comprende cómo él puede encontrar tanto valor en algo que ellos no pueden
ver. El secreto del Maestro es mirar más
allá de las apariencias y conectarse con la verdadera alma de las
cosas."La diferencia entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer
resolvería los problemas más grandes que hay en el mundo"
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