Hay momentos en los que
todo se te cae encima. Sin dramatizar, sin estridencias, quietamente.
Sientes que se hunde el terreno en el que construyes tus ilusiones y
esperanzas. Te pesa la soledad. Dudas sobre lo que haces, pero no ves
muchas alternativas. Y en esas ocasiones te asaltan preguntas que ni
siquiera querrías formular: «¿Qué estoy haciendo con mi vida?», «Todo
esto ¿para qué?», «¿Qué tengo que realmente merezca la pena?» Es habitual oír a gente de nuestro entorno que se siente abrumada por estos momentos de angustia. A veces hasta nos faltan palabras para expresar tal desazón. Sólo nos queda decir algo así como estoy mal, o simplemente callar. Piensas entonces que nadie puede sentirse tan mal como tú, tan solo, tan abatido... Pero eso es parte de la vida. Del camino de todos los hombres y mujeres que deciden construir algo, soñar algo, amar algo... Porque cuando apostamos por alguna causa que nos llena, al mismo tiempo nos enganchamos al vagón de la incertidumbre, aceptamos ser vulnerables y exponer nuestro ser profundo. Y en esos momentos necesitamos saber que no vamos solos. Nunca.Dios está con nosotros. Siempre. Y nos ama INCONDICIONALMENTE. |
miércoles, 3 de octubre de 2012
No tengáis miedo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario