Sobre la importancia de la experiencia estética de la fe en el anuncio y en la liturgia
Las dos cosas van unidas: la razón, la precisión, la honradez de la reflexión sobre la verdad, y la belleza. El Logos creador no es sólo un logos técnico; es amplio, es un logos que es amor y, por tanto, puede expresarse en la belleza y en el bien. Ya he dicho en otra ocasión que, para mí, el arte y los santos son la mayor apología de nuestra fe. Al contemplar las bellezas creadas por la fe, constatamos que son sencillamente la prueba viva de la fe. Todas las grandes obras de arte son un signo luminoso de Dios y, por ello, una epifanía. La gran música que nació en la Iglesia sirve para hacer audible y perceptible la verdad de nuestra fe. Donde nacen obras de este tipo, está la Verdad. Sin una intuición que descubre el verdadero centro creador del mundo, no puede nacer esa belleza.
Cuando discutimos sobre la racionalidad de la fe, discutimos precisamente del hecho de que la razón no acaba en el positivismo. Nosotros luchamos para que se amplíe la razón y, por tanto, para una razón que esté abierta también a la belleza, de modo que no deba dejarla aparte como algo diverso e irracional. El arte cristiano es un arte racional, es expresión artística de una razón muy amplia, en la que el corazón y la razón se encuentran. A mi parecer, esto es, de algún modo, la prueba de la verdad del cristianismo.
BENEDICTO XVI
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