«Había un hombre que tenía una doctrina.
Una doctrina que llevaba en el pecho,
(junto al pecho, no dentro del pecho),
una doctrina escrita que guardaba en el
bolsillo interno del chaleco.
Y la doctrina creció.
Y tuvo que meterla en un arca, en un arca
como la del Viejo Testamento.
Y el arca creció.
Y tuvo que llevarla a una casa muy grande.
Entonces nació el templo.
Y el templo creció.
Y se comió al arca, al hombre
y a la doctrina escrita que guardaba en el
bolsillo interno del chaleco.
Luego vino otro hombre que dijo:
El que tenga una doctrina que se la coma,
antes de que se la coma el templo;
que la vierta, que la disuelva en su
sangre,
que la haga carne de su cuerpo... y que su
cuerpo sea
bolsillo, arca y templo».
Esta parábola nació apoyándome en el
versículo 21 del capítulo 2 del
evangelio de San Juan, donde se dice: 'mas Él hablaba del templo de su
cuerpo'».
EL
MAPA Y EL TERRITORIO
Un grupo de geógrafos trazaron un mapa de
una región. Pero no se dieron por satisfechos y fueron creando otro y otro y
otro, cada vez mayores a fin de conseguir mayor exactitud de representación.
Hasta que llegaron a dibujar un mapa tan grande como el propio territorio. Pero
entonces descubrieron que no podían extenderlo para consultarlo porque cubría
enteramente la región.
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