Texto del Evangelio (Lc 17,20-25):
En aquel tiempo, los fariseos preguntaron
a Jesús cuándo llegaría el Reino de Dios. Él les respondió: «El Reino de Dios
viene sin dejarse sentir. Y no dirán: ‘Vedlo aquí o allá’, porque el Reino de
Dios ya está entre vosotros».
Dijo a sus discípulos: «Días vendrán en
que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y
os dirán: ‘Vedlo aquí, vedlo allá’. No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como
relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo
del hombre en su día. Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado
por esta generación».
El Reino de Dios ya está entre vosotros
Hoy, los fariseos preguntan a Jesús una
cosa que ha interesado siempre con una mezcla de interés, curiosidad, miedo...:
¿Cuándo vendrá el Reino de Dios? ¿Cuándo será el día definitivo, el fin del
mundo, el retorno de Cristo para juzgar a los vivos y a los difuntos en el
juicio final?
Jesús dijo que eso es imprevisible. Lo
único que sabemos es que vendrá súbitamente, sin avisar: será «como relámpago
fulgurante» (Lc 17,24), un acontecimiento repentino y, a la vez, lleno de luz y
de gloria. En cuanto a las circunstancias, la segunda llegada de Jesús permanece
en el misterio. Pero Jesús nos da una pista auténtica y segura: desde ahora,
«el Reino de Dios ya está entre vosotros» (Lc 17,21). O bien: «dentro de
vosotros».
El gran suceso del último día será un
hecho universal, pero ocurre también en el pequeño microcosmos de cada corazón.
Es ahí donde se ha de ir a buscar el Reino. Es en nuestro interior donde está
el Cielo, donde hemos de encontrar a Jesús.
Este Reino, que comenzará
imprevisiblemente “fuera”, puede comenzar ya ahora “dentro” de nosotros. El último
día se configura ahora ya en el interior de cada uno. Si queremos entrar en el
Reino el día final, hemos de hacer entrar ahora el Reino dentro de nosotros. Si
queremos que Jesús en aquel momento definitivo sea nuestro juez misericordioso,
hagamos que Él ahora sea nuestro amigo y huésped interior.
San Bernardo, en un sermón de Adviento,
habla de tres venidas de Jesús. La primera venida, cuando se hizo hombre; la
última, cuando vendrá como juez. Hay una venida intermedia, que es la que tiene
lugar ahora en el corazón de cada uno. Es ahí donde se hacen presentes, a nivel
personal y de experiencia, la primera y la última venida. La sentencia que
pronunciará Jesús el día del Juicio, será la que ahora resuene en nuestro
corazón. Aquello que todavía no ha llegado, es ya ahora una realidad.
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