Máximo Sandín es Doctor en Ciencias Biólogicas y en Bioantropología, y ejerce como profesor de Evolución Humana y Ecología en el Departamento de Biología de la Universidad Autonoma de Madrid.
Según él, el darwinismo se ha convertido en una especie de religión, en una justificación del sistema económico vigente. La teoría de "La Selección Natural" por la cual los más fuertes son los más aptos y los únicos que deben sobrevivir, justifica la creencia de que debemos vivir constantemente en competencia. Para Sandín, la naturaleza es algo de una enorme armonía donde no hay basura en los genomas ni virus o bacterias asesinos.Video: Alish
"El origen del hombre" es una auténtica bazofia intelectual y científica creada por un teólogo y naturista aficionado, que justifica la existencia y perpetuación de las élites.
En todas las tradiciones espirituales se aconseja vivir con la muerte al lado. Hay que hacerse a esa evidencia de que somos mortales y creo que el que toma la muerte en serio no será tan vano. No tienes tanto miedo a cosas pequeñas cuando hay una cosa grande de la cual preocuparte más. Yo creo que la muerte sólo puede superarla uno que en cierto modo muere antes de morir. Uno tiene que morir a la parte mortal, a la parte intrascendente. Los que tienen suficiente tiempo y vocación y que llegan suficientemente lejos en este viaje interior se encuentran tarde o temprano con su verdadero ser. Y ese ser interior o ese ser lo que uno es, es algo que no tiene tiempo y que le da a una persona una cierta paz o un sentido de invulnerabilidad. Estamos muy absortos en nuestra vida cotidiana, en nuestros pensamientos de alegría, tristeza, etc… No estamos en nosotros, no estamos atentos a quien somos. Para eso necesitamos estar muy en sintonía a nuestra experiencia del momento. Esta es la condición humana, estamos viviendo hacia el pasado y el futuro, el aspecto horizontal de nuestra vida. Pero poco atentos a la dimensión vertical de nuestra vida, el aspecto más alto y más profundo, eso es el espíritu y es nuestro ser y la llave para acceder es el aquí y ahora. A veces vamos en busca del ser y a veces nos confundimos en la búsqueda de otras cosas menos importantes como la gloria.
¿Es el buddhismo una religión atea? ¿Puede decirse que el ateísmo moderno sea una nueva religión? ¿Es el monoteísmo esencial al cristianismo? ¿Podemos hoy día seguir sordos por más tiempo a las voces de otros pueblos y culturas? Pero para oír, sin malentender, hay que aguzar el oído. Quizá el silencio del Buddha pudiera mostrarse elocuente a los que están saturados de palabras, tanto científicas como religiosas. Este libro, fruto de decenios de estudio y de experiencia, intenta superar el muro que la cultura occidental establece entre los mal denominados creyentes y los llamados ateos. El autor presenta el buddhismo desde su interior partiendo también del mismo corazón del cristianismo.
El silencio del Buddha no es una apología del buddhismo, como tampoco lo es del cristianismo ni del ateísmo, sino que intenta más bien, sin espíritu partidista, encontrar un hilo conductor capaz de orientarnos a través de estas tres grandes sabidurías multiseculares.
El libro sirve tanto de introducción al buddhismo, reproduciendo en la segunda parte algunos de sus textos esenciales, como de reflexión sobre la situación espiritual del hombre contemporáneo.
El pensamiento de Raimon Panikkar (Barcelona 1918), doctor en química, filosofía y teología, es un auténtico punto de encuentro entre Oriente y Occidente. Profesor en las principales universidades de Europa, India y América, ha escrito más de cuarenta libros en diversos idiomas, entre los cuales son asequibles en España El silencio del Buddha (Siruela, 1996), La trinidad (Siruela, 1998), La plenitud del hombre (Siruela, 1999), Elogio de la sencillez (1993), Paz y desarme cultural (1993) o La experiencia filosófica de la India (1997).
LA noticia de su muerte nos ha dejado consternados y estamos seguros de que compartirán este dolor cuantos le conocieron y le trataron. Era un profesor eminente, un europeísta convencido, un demócrata que supo defender sus ideas y sus ideales en los ámbitos más diversos y en las circunstancias más difíciles. Su capacidad movilizadora en foros, asambleas, encuentros, llegaba a los últimos rincones del planeta. Y sus dotes persuasivas eran tan sólidas que resultaba muy difícil resistirse a sus proyectos, tan grande era la convicción que ponía en cada uno de ellos.
Participó en infinidad de congresos y conferencias, publicó numerosos libros, defendió el nombre de España, su cultura y su civilización desde París, el Consejo de Europa, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo e infinidad de Instituciones y Organizaciones en las que participó activamente.
A lo largo de toda su vida conservó una entrañable fidelidad a la Comunidad Valenciana y en especial a su pueblo de Carcaxent, donde nació en el seno de una familia típicamente valenciana, de propietarios y exportadores. Siendo muy niño acompañaba a su padre en un tartaneta a los huertos varias veces por semana y en los desangelados anocheceres de invierno iba con él a la estación de mercancías del pueblo para asistir a la carga de los vagones, cuya expedición se había previsto a distintos lugares de Europa, que pronto le fueron familiares y que imprimieron en él desde la infancia su profunda vocación europea que desplegaría durante toda su vida. Con razón pudo escribir que él no era un europeo de circunstancias sino, en todos los sentidos de la palabra, un europeísta que había encontrado que Europa estaba, desde muy tempranamente, en todas las esquinas de su vida.
Desde su llegada a la Universidad de Madrid tuvo ocasión de poner en práctica ese europeísmo con un grupo de compañeros de la Facultad de Derecho, que habían organizado en la Asociación Católica de Propagandistas un círculo de debate sobre temas contemporáneos, y entre ellos Europa.
Pocos años más tarde participó activamente en la Asociación Española de Cooperación Europea, que juntamente con el Instituto de Estudios Europeos de Barcelona y con la Liga de Cooperación Económica promovía en España los ideales europeos.
La AECE y el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo decidieron celebrar en Múnich, en junio de 1962 y en el marco del Congreso Internacional del Movimiento europeo, bajo la presidencia de Maurice Faure, un encuentro de personalidades del europeísmo español del exilio y del interior. Presentaron del modo más formal, en nombre de la España democrática, la petición de su integración en la Comunidad europea tan pronto se reunieran las condiciones políticas que lo hicieran posible. El éxito de la reunión fue total, tanto en términos políticos como mediáticos, y su designación como «contubernio» le dio extraordinaria visibilidad, reforzada por la dureza represiva del régimen, que castigó a todos los participantes en él al confinamiento o el exilio. Uno de los vectores principales de ese encuentro fue José Vidal Beneyto, que asoció desde aquel momento democracia y Europa a un mismo combate. Desplazó su domicilio a París, y con el corazón en España y en Valencia recorrió el mundo entero defendiendo su pensamiento con pasión pero con tolerancia.
Como Director General del Consejo de Europa desarrolló una extraordinaria labor: el lanzamiento de once itinerarios culturales, entre ellos el Camino de Santiago, las Rutas de la Seda y los Itinerarios del Barroco; la creación y puesta en marcha de diecisiete redes europeas de centros culturales; la extensión del programa de enseñanza de lenguas; la concepción y el lanzamiento del programa Industrias de la Lengua; la creación del Fondo para la producción cinematográfica Eurimages y la defensa de los derechos de autor en el ámbito audiovisual; la creación y puesta en marcha de tres programas de Educación permanente, la creación de archivos audiovisuales y programas para la defensa del patrimonio cultural.
Esta vocación europea de José Vidal Beneyto le llevó a una fecunda actividad periodística, recogiendo la realidad del momento desde la perspectiva de su amplia visión con espíritu riguroso y crítico, y marcando las perspectivas del proceso de integración de nuestro continente.
En su libro «Por una Europa política, social y ecológica», se recoge una síntesis de su actividad periodística reproduciendo cien artículos, escritos a lo largo de veinte años, que constituyen un arsenal indispensable para quien quiera conocer la cultura, comunicación y sociedad europea, el régimen de partidos y elecciones, la ampliación, la constitucionalización de Europa y mil cuestiones más, que ha ido desgranando semanalmente con una fuerza extraordinaria y sin plegarse a oportunismos y conveniencias, fiel siempre a su independencia de criterio y a su acusada personalidad.
Vidal Beneyto, autor de numerosos libros, editor de otros muchos, fue por encima de todo un profundo y brillante sociólogo especialista en estudios de comunicación, y durante diecinueve años fue presidente de la Asociación Mundial de Medios de Comunicación de Masas. Catedrático de Sociología de la Universidad Complutense, director del Colegio de Altos Estudios Europeos Miguel Servet de París, impartió cursos en las universidades de California, San Diego, Michigan, Pensilvania y Florencia.
Últimamente publicó tres volúmenes sobre «la Gobernación del Mundo», defendiendo la idea de que la mediatización no es ineluctable ni irreversible, pero es dominante, y su objetivo es controlar la globalización, a través de la concentración de grandes áreas geopolíticas regionales integradas y trasversalizadas.
En los años sesenta fue decisiva su contribución a la creación de Ceisa, una Sociedad que permitió, al ser expulsados de la Universidad los profesores Aranguren, Tierno Galván, García Calvo y Montero Díaz, constituir un Centro de Enseñanza e Investigación bajo la cobertura de una sociedad anónima. Allí se concentró un gran número de profesores, se creó una Escuela de Sociología en el ámbito del Rectorado de la Universidad Complutense y se organizaron los primeros cursos de sociología que hubo en España.
Su última obra ha sido la Fundación Amela, acrónimo de Área Mediterránea-Latinoamericana, con sede en Valencia, consagrada al cruce entre las áreas mediterránea y latinoamericana entre el Norte y el Sur y entre el Este y el Oeste. Y para llevar a cabo este propósito, Amela ha concebido un programa de Progreso sostenible e integración regional en esos dos bloques que deben desarrollarse a través de diversas publicaciones tanto teóricas como pragmático-operativas, en un plan que debía desarrollarse entre 2010 y 2012.
Pero por encima de todas estas realizaciones políticas, intelectuales, académicas en su vida, Pepín Vidal era una persona de gran sensibilidad preocupada por los problemas de los demás, con una inmensa capacidad de entusiasmo y con unas convicciones democráticas y europeístas profundas que defendió siempre con talento y determinación. Y Pepín tuvo la inmensa fortuna de tener muchos años a Cecile, una mujer excepcional que estuvo a su lado en todo instante y que le ayudó con inteligencia y con dulzura a cruzar los innumerables caminos que constantemente abría y que necesitaban a alguien para conducirle y guiarle con el amor que puso en todo su recorrido. Ella sabe que sus amigos siempre tendremos presente a nuestro entrañable amigo Pepín. Su recuerdo nos seguirá alumbrando en muchos proyectos e iniciativas.
Cualquier poder si no se basa en la unión, es débil. . . Creí porque entendí, entendí porque aprendí, aprendí porque experimenté, experimenté porque me uní, y al unirme... . empecé a poder.
En estos días en que tan frecuentes son las manifestaciones en favor del aborto libre, me ha llamado la atención un grito que, como una exigencia natural, coreaban las manifestantes: «Nosotras parimos, nosotras decidimos». En principio, la reclamación parece incontestable y así lo sería si lo parido fuese algo inanimado, algo que el día de mañana no pudiese, a su vez, objetar dicha exigencia, esto es, parte interesada, hoy muda, de tan importante decisión. La defensa de la vida suele basarse en todas partes en razones éticas, generalmente de moral religiosa, y lo que se discute en principio es si el feto es o no es un ser portador de derechos y deberes desde el instante de la concepción. Yo creo que esto puede llevarnos a argumentaciones bizantinas a favor y en contra, pero una cosa está clara: el óvulo fecundado es algo vivo, un proyecto de ser, con un código genético propio que con toda probabilidad llegará a serlo del todo si los que ya disponemos de razón no truncamos artificialmente el proceso de viabilidad. De aquí se deduce que el aborto no es matar (parece muy fuerte eso de calificar al abortista de asesino), sino interrumpir vida; no es lo mismo suprimir a una persona hecha y derecha que impedir que un embrión consume su desarrollo por las razones que sea. Lo importante en este dilema es que el feto aún carece de voz, pero, como proyecto de persona que es, parece natural que alguien tome su defensa, puesto que es la parte débil del litigio.
La socióloga americana Priscilla Conn, en un interesante ensayo, considera el aborto como un conflicto entre dos valores: santidad y libertad, pero tal vez no sea éste el punto de partida adecuado para plantear el problema. El término santidad parece incluir un componente religioso en la cuestión, pero desde el momento en que no se legisla únicamente para creyentes, convendría buscar otros argumentos ajenos a la noción de pecado. En lo concerniente a la libertad, habrá que preguntarse en qué momento hay que reconocer al feto tal derecho y resolver entonces en nombre de qué libertad se le puede negar a un embrión la libertad de nacer. Las partidarias del aborto sin limitaciones piden en todo el mundo libertad para su cuerpo. Eso está muy bien y es de razón siempre que en su uso no haya perjuicio de tercero. Esa misma libertad es la que podría exigir el embrión si dispusiera de voz, aunque en un plano más modesto: la libertad de tener un cuerpo para poder disponer mañana de él con la misma libertad que hoy reclaman sus presuntas y reacias madres. Seguramente el derecho a tener un cuerpo debería ser el que encabezara el más elemental código de derechos humanos, en el que también se incluiría el derecho a disponer de él, pero, naturalmente, subordinándole al otro.
Y el caso es que el abortismo ha venido a incluirse entre los postulados de la moderna «progresía». En nuestro tiempo es casi inconcebible un progresista antiabortista. Para éstos, todo aquel que se opone al aborto libre es un retrógrado, posición que, como suele decirse, deja a mucha gente, socialmente avanzada, con el culo al aire. Antaño, el progresismo respondía a un esquema muy simple: apoyar al débil, pacifismo y no violencia. Años después, el progresista añadió a este credo la defensa de la Naturaleza. Para el progresista, el débil era el obrero frente al patrono, el niño frente al adulto, el negro frente al blanco. Había que tomar partido por ellos. Para el progresista eran recusables la guerra, la energía nuclear, la pena de muerte, cualquier forma de violencia.
En consecuencia, había que oponerse a la carrera de armamentos, a la bomba atómica y al patíbulo. El ideario progresista estaba claro y resultaba bastante sugestivo seguirlo. La vida era lo primero, lo que procedía era procurar mejorar su calidad para los desheredados e indefensos. Había, pues, tarea por delante. Pero surgió el problema del aborto, del aborto en cadena, libre, y con él la polémica sobre si el feto era o no persona, y, ante él, el progresismo vaciló. El embrión era vida, sí, pero no persona, mientras que la presunta madre lo era ya y con capacidad de decisión. No se pensó que la vida del feto estaba más desprotegida que la del obrero o la del negro, quizá porque el embrión carecía de voz y voto y políticamente era irrelevante. Entonces se empezó a ceder en unos principios que parecían inmutables: la protección del débil y la no violencia. Contra el embrión, una vida desamparada e inerme, podría atentarse impunemente. Nada importaba su debilidad si su eliminación se efectuaba mediante una violencia indolora, científica y esterilizada. Los demás fetos callarían, no podían hacer manifestaciones callejeras, no podían protestar, eran aún más débiles que los más débiles cuyos derechos protegía el progresismo; nadie podría recurrir. Y ante un fenómeno semejante, algunos progresistas se dijeron: Esto va contra mi ideología. Si el progresismo no es defender la vida, la más pequeña y menesterosa, contra la agresión social, y precisamente en la era de los anticonceptivos, ¿qué pinto yo aquí? Porque para estos progresistas que aún defienden a los indefensos y rechazan cualquier forma de violencia, esto es, siguen acatando los viejos principios, la náusea se produce igualmente ante una explosión atómica, una cámara de gas o un quirófano esterilizado.
1 Observa la palmera. Crece primero hacia adentro. Una vez bien firme en la tierra crece en el exterior. Crece tanto hacia adentro como hacia fuera. Y así puede sobrevivir en ambientes muy hostiles.
2 Has de intentar conseguir un equilibrio entre la vida interior y la vida exterior. Ni una vida contemplativa sin acción ni un activismo sin un firme soporte en la vida interior.
3 El lema ora et labora sigue siendo importante en nuestro tiempo.
4 La vida ha de nutrirse de la oración hasta que la vida misma se convierta en rezo gozoso.
5 No lo olvides, el Amor que Cristo te tiene reclama siempre más Amor.
6 La vida interior tiene grandes oportunidades de crecer cuando se presentan oportunidades adversas.
7 Para el alma no existe mayor obstáculo que el creado por las propias neurosis y por las pequeñas faltas de amor.
8 En las dificultades para la vida interior el Espíritu Santo nos enseña y nos impulsa en esas circunstancias a reaccionar de modo sobrenatural con un acto de contricción: SEÑOR, TEN PIEDAD DE MI QUE SOY UN POBRE PECADOR.
9 Cuando notas que algo falla, relájate, toma conciencia, trata de comprender. Reza. Contarás con la ayuda de la gracia y con tu trabajo interior podrás resolverlo.
10 Cada vez que pides perdón a alguien, sintiendo de veras lo que dices, fomentas tu vida interior.
11 Cada vez que ante otros o ante ti mismo, reconoces un error, fomentas tu vida interior.
12 Debes tener presente que Cristo nunca nos abandona. Le abandonamos nosotros a El. Siempre nos reconforta y nos mueve a comenzar una vez más, con más humildad, con más amor.
13 Cada día lee el Evangelio. Y lleva esas palabras a tu meditación. Son fuente de luz para el alma y fuerza para la vida.
14 El Amor nace en nosotros y se desarrolla ante las contrariedades. Entre las circunstancias que se le oponen desde el exterior y los malos pensamientos y sentimientos desde el interior. Crece entre las múltiples formas que le son extrañas e incluso hostiles.
15 La vida interior, como el amor, se ha de cultivar cada día. De lo contrario se marchita y muere.
Bendita seas tú, áspera Materia, gleba estéril, dura roca, tú que no cedes más que a la violencia y nos obligas a trabajar si queremos comer.
Bendita seas, peligrosa Materia, mar violenta, indomable pasión, tú que nos devoras si no te encadenamos.
Benditas seas, poderosa Materia, evolución irresistible, realidad siempre naciente, tú que haces estallar en cada momento nuestros esquemas y nos obligas a buscar cada vez más lejos la verdad.
Bendita seas, universal Materia, duración sin límites, éter sin orillas, triple abismo de las estrellas, de los átomos y de las generaciones, tú que desbordas y disuelves nuestras estrechas medidas y nos revelas las dimensiones de Dios.
Bendita seas, Materia mortal, tú que, disociándote un día en nosotros, nos introducirás, por fuerza, en el corazón mismo de lo que es. Sin ti, Materia, sin tus ataques, sin tus arranques, viviríamos inertes, estancados, pueriles, ignorantes de nosotros mismo y de Dios.
Tú que castigas y que curas, tú que resistes y que cedes, tú que trastruecas y que construyes, tú que encadenas y que liberas, savia de nuestras almas, mano de Dios, carne de Cristo, Materia, yo te bendigo. Y
o te bendigo, Materia, y te saludo, no como te describen, reducida o desfigurada, los pontífices de la ciencia y los predicadores de la virtud, un amasijo, dicen de fuerzas brutales o de bajos apetitos, sino como te me apareces hoy, en tu totalidad y tu verdad.
Te saludo, inagotable capacidad de ser y de transformación en donde germina y crece la sustancia elegida. Te saludo, potencia universal de acercamiento y de unión mediante la cual se entrelaza la muchedumbre de las mónadas y en la que todas convergen en el camino del Espíritu.
Te saludo, fuente armoniosa de las almas, cristal límpido de donde ha surgido la nueva Jerusalén. Te saludo, medio divino, cargado de poder creador, océano agitado por el Espíritu, arcilla amasada y animada por el Verbo encarnado.
Tú, Materia, reinas en las serenas alturas en las que los santos se imaginan haberte dejado a un lado; carne tan transparente y tan móvil que ya no te distinguimos de un espíritu. ¡Arrebátanos, oh, Materia, allá arriba, mediante el esfuerzo, la separación y la muerte; arrebátame allí en donde al fin sea posible abrazar castamente al Universo.