Siembra tu fe para encenderla
en los que no la tienen.
Propaga tu capacidad de darte
para que otros se animen.
Transmite tu serenidad;
este mundo nervioso la necesita.
Da siempre tu sonrisa:
no empobrece a quien la da
y enriquece a quien la recibe.
Recuerda al caminante que,
pese a lo duro del camino,
tiene la suerte de caminar.
Contagia tu esperanza
porque así adelantas la salvación.
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